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Defino el discernimiento como la sabiduría tomando una decisión. Algunas mujeres pueden decidir no usar en absoluto las redes sociales. Algunas pueden tomar descansos. Algunas pueden poner límites en sus teléfonos para monitorear su uso. Algunas pueden publicar una vez al mes. Algunas pueden publicar una vez al día. Necesitamos una mezcla de conocimiento, sabiduría y experiencia para que mejore nuestra habilidad de escoger lo mejor para nuestras vidas, siempre y cuando no esperemos que los demás lleguen a las mismas conclusiones.
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En el mejor de los casos, las redes sociales nos pueden ayudar a formar conexiones y mantenernos conectados con otros. Pero en el peor caso, nos pueden susurrar la mentira de que podemos ser como Dios, no limitados a un lugar en un momento.
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Mientras más me expongo a la Palabra de Dios, tanto más grande será mi fe. De la misma manera, si soy negligente en la lectura de las Escrituras, me expongo a que las ideas fluyan desde el mundo secular hacia mi cabeza, lo cual puede atenuar el ardor de mi fe. Entonces necesito regresar a la Palabra. Mientras leo las Escrituras y digo: «Sí, eso es verdad», mi alma es avivada. Es por eso que necesitamos estar en la iglesia cada domingo en la mañana y no descuidar tales reuniones (Heb 10:24-25). Necesitamos con urgencia esos momentos para concentrarnos en escuchar la Palabra de Dios.
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La limpieza sigue siendo importante en el Nuevo Testamento, pero se convierte en una categoría moral en lugar de ritual. La limpieza se refiere a aquellos actos que son moralmente puros a los ojos de Dios. Así que el principio permanente aquí es que cualquier actividad sexual que te haga impuro es inadecuada para el pueblo de Dios. Pero la pérdida de sangre ya no lo hace a uno impuro.
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Aunque los caminos de Dios a menudo son tan borrosos para nosotros como los de un padre para un bebé, aún confiamos en que nuestro Padre celestial nos cuida y está con nosotros para guiarnos y protegernos en todas las circunstancias de la vida.
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Los diáconos que cumplen el mandato bíblico controlarán sus palabras, sus apetitos y también sus billeteras (específicamente, lo que entra en sus billeteras). Si bien estas virtudes caracterizan a cualquier creyente maduro, la naturaleza específica del trabajo diaconal pondrá a veces a los diáconos en contacto con el dinero de la iglesia.
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El apóstol Pablo manda a los hijos y nietos a proveer para las necesidades económicas de sus madres y abuelas viudas antes de pedirle ayuda a la iglesia (1Ti 5:4). De hecho, él condena como peores que incrédulos a los que no cumplen esta obligación básica para con la familia (1Ti 5:8).
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