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No permitas que la Navidad te halle desprevenido. Me refiero a que te prepares en el sentido espiritual. ¡El gozo y el cambio en tu vida serán mucho mayores si estás listo!
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Tanto los pobres como los ricos son bienvenidos a Su reino si se dan cuenta de su necesidad de perdón y si llegan a la fe en Jesús como su Salvador.
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Los planes eternos de Dios se desarrollan en medio de lo ordinario: personas ordinarias en lugares ordinarios haciendo cosas ordinarias. Si llevas una vida ordinaria, esto debería animarte.
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El propósito de nuestra salvación no es nuestra salvación en sí misma. El propósito de nuestra salvación es la gloria de Dios. “Por amor Mío, por amor Mío, lo haré” —dice Dios a través del profeta Isaías acerca de Su plan de salvación— “Mi gloria, pues, no la daré a otro” (Is 48:11).
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No pospongas la prioridad de la oración. Del mejor modo que puedas, trata los tiempos de oración colectiva como tiempos inamovibles. La primera vez que cancelas una reunión de oración —o faltas a una— no es tan grave. Pero la segunda, la tercera y la cuarta vez empieza a decir algo sobre la prioridad de la oración en la vida de tu iglesia.
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En el primer capítulo de Efesios, Pablo proporciona la perspectiva más amplia posible de lo que significa ser cristiano. Él rastrea los orígenes de nuestra salvación hasta la elección de Dios en la eternidad pasada (Efesios 1:4) y mira hacia adelante a su consumación en las glorias de la eternidad venidera (Efesios 1:10).
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