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Los diáconos que cumplen el mandato bíblico controlarán sus palabras, sus apetitos y también sus billeteras (específicamente, lo que entra en sus billeteras). Si bien estas virtudes caracterizan a cualquier creyente maduro, la naturaleza específica del trabajo diaconal pondrá a veces a los diáconos en contacto con el dinero de la iglesia.
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No pospongas la prioridad de la oración. Del mejor modo que puedas, trata los tiempos de oración colectiva como tiempos inamovibles. La primera vez que cancelas una reunión de oración —o faltas a una— no es tan grave. Pero la segunda, la tercera y la cuarta vez empieza a decir algo sobre la prioridad de la oración en la vida de tu iglesia.
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La sana doctrina debería motivar la adoración. Al igual que el amor —componente esencial de la adoración— la adoración es una respuesta a Dios, a quién es Él y a lo que ha hecho por nosotros. Por esta razón, los líderes deberían motivar a sus congregaciones para que adoren proclamando la sana doctrina. Si quieres que tu gente alabe a Dios, muéstrales la grandeza de Dios.
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El apóstol Pablo nos provee en 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:5-9 dos listas muy provechosas de las cualidades que debe tener el carácter de los ancianos; cualidades que en cierta medida deben caracterizar a todas las personas que enviamos como misioneros sean o no sean ancianos. Obviamente, tenemos que ser realistas y entender que siempre hay espacio para crecer, pero a menos que un equipo misionero quiera recibir a alguien que aún necesita desarrollar una gran parte de su carácter, debemos tener la valentía de decirle a dicha persona: “Todavía no”. No tenemos que dejar que esa función recaiga en las organizaciones paraeclesiales.
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