¿Cómo evaluar a posibles misioneros en tu iglesia?

¿Cómo evaluar a posibles misioneros en tu iglesia?

Tomando en cuenta la seriedad y las obligaciones que conlleva enviar misioneros, tenemos que seleccionar cuidadosamente a quién debemos enviar y sustentar. Si nos preocupamos por si estamos dándole demasiado dinero a los misioneros, lo que demostramos es que hemos hecho una labor deficiente examinando a aquellos que enviamos. Si escogemos las personas correctas no tenemos que preocuparnos de darles demasiado dinero. Aquí tienes tres cosas que debes tener en cuenta para saber ¿cómo evaluar a posibles misioneros en tu iglesia?:

  1. Evalúa su carácter

En primer lugar, ¿quién mejor que la iglesia local para evaluar el carácter de los candidatos a misionero? Los misioneros trabajan muy a menudo en contextos donde no tienen una supervisión regular diaria. La mayoría de las cosas que hacen tiene que ver con las relacionales personales, no suelen tener una estructura fija y son puestas en marcha por ellos mismos. Necesitamos enviar personas que tengan iniciativa, pero que también sean fieles y dispuestas a someterse a la autoridad. Cuando hablamos con miembros de nuestras iglesias acerca de ir a las naciones, somos nosotros —y no alguna agencia misionera paraeclesiástica— los que debemos evaluar su carácter y ayudarles a crecer según sea necesario.

Tenemos que estar dispuestos a hacer preguntas incómodas, decir cosas duras y aplicar discernimiento a nuestras evaluaciones. Los pequeños defectos del carácter se pueden convertir en grandes problemas. Pregúntate si estas personas son fieles. ¿Completarán la tarea que se les otorga o necesitarán que les estemos empujando y echando una mano? ¿Son personas a quiénes les confiarías responsabilidades importantes en tu propia iglesia?

El apóstol Pablo nos provee en 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:5-9 dos listas muy provechosas de las cualidades que debe tener el carácter de los ancianos; cualidades que en cierta medida deben caracterizar a todas las personas que enviamos como misioneros sean o no sean ancianos. Obviamente, tenemos que ser realistas y entender que siempre hay espacio para crecer, pero a menos que un equipo misionero quiera recibir a alguien que aún necesita desarrollar una gran parte de su carácter, debemos tener la valentía de decirle a dicha persona: “Todavía no”. No tenemos que dejar que esa función recaiga en las organizaciones paraeclesiales.

  1. Evalúa su fruto

En segundo lugar, tenemos que estar dispuestos a evaluar el fruto de la persona. Entiendo que el fruto del evangelio viene de Dios y que una persona puede ser fiel sin tener frutos visibles. Pero esa es la razón por la que la evaluación dentro de la iglesia local es tan útil.

Imaginemos que tengo dos parejas en mi iglesia que quieren ser enviadas como misioneros a otro país. Ambas viven en la misma comunidad y tienen un círculo parecido de amigos cristianos. Pero una de estas parejas siempre tiene amigos en su casa, disfruta de relaciones sólidas con personas extranjeras, y parece que los amigos que no son creyentes y pasan tiempo con esta familia acaban convirtiéndose. Por el contrario, la otra pareja no consigue establecer relaciones sólidas con las personas; tratan de hacerlo, pero por algún motivo no les funciona. También intentan compartir el evangelio, pero nadie quiere volver a conversar con ellos una segunda vez. Incluso comienzan clases de discipulado, pero los hermanos no parecen crecer mucho.

En realidad, la mayoría de estas relaciones sencillamente mueren cuando los amigos buscan a otras personas que los discipulen. Ambas parejas aman a Dios y están haciendo las cosas lo mejor que pueden, pero animaría con todas mis fuerzas a mi iglesia a invertir su dinero enviando a la primera pareja a las misiones, no a la segunda. La presencia de fruto abundante en la vida de los demás es una de las mayores marcas de los buenos candidatos a misionero. Y es la iglesia local la que generalmente puede observar mejor cómo este tipo de fruto se desarrolla a través del tiempo.

  1. Evalúa su conocimiento bíblico

En tercer lugar, aparte de que tengan frutos y un buen carácter, tenemos que enviar a personas que destaquen en su conocimiento y comprensión de la Biblia. Podemos debatir cuánta capacitación formal teológica tienen que tener los misioneros. ¿Pero cuánto conocimiento teológico tienen que tener? Todo el que quiera ver cómo se enseña el evangelio de forma precisa y cómo se establecen iglesias sanas, tiene que tener presente la pregunta anterior. Toma el ejemplo de 1 Timoteo 4:16 o Tito 1:9; la preparación doctrinal es esencial.

Espero que las razones por las que afirmo esto sean obvias para ti. Enseñar el evangelio requiere cuidado y reflexión. Tenemos que estar seguros de que estamos explicando y resumiendo la verdad bíblica con fidelidad, porque enseñar el evangelio en una cultura nueva que apenas comprendemos y en un idioma que aún estamos aprendiendo necesita aún más reflexión y cuidado teológico. Plantar iglesias bíblicas en otras culturas requiere un conocimiento bíblico profundo y claro de lo que es la iglesia y de lo que hace.

Si lees con atención el libro de los Hechos y las Epístolas, te darás cuenta de que la herejía, la confusión y el sincretismo ocurren principalmente cuando se empieza a difundir el evangelio. Así pues, ahí es donde necesitamos a las personas mejor capacitadas. La labor misionera no es para todos aquellos cristianos que simplemente aman compartir su fe. Tenemos que estar seguros de que las personas que enviamos tienen un profundo conocimiento teológico, de forma que lo que enseñen pueda ser reproducido con precisión en la vida de sus discípulos hasta que Cristo regrese.

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Este artículo ¿Cómo evaluar a posibles misioneros en tu iglesia? fue adaptado de una porción del libro Las misiones publicado por Poiema Publicaciones. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace.

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Páginas 46 a la 51

 

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