Las iglesias son embajadas del cielo

Las iglesias son embajadas del cielo

Las iglesias son embajadas del cielo, a las que Cristo encargó afirmar nuestra ciudadanía celestial. Los bautistas, presbiterianos y anglicanos pueden estar en desacuerdo sobre quién hace exactamente la declaración, ya sea toda la congregación, los ancianos o el obispo actuando en nombre de la congregación. Pero todos están de acuerdo en que Jesús ha dado esta autoridad a las iglesias. En lugar de entregar pasaportes, las iglesias bautizan y comparten la Cena del Señor.

El cristiano de hoy no piensa que las iglesias posean una autoridad dada por Dios. ¿Los padres? Sí. ¿El gobierno? Sí. ¿Pero las iglesias? De hecho, esto lo aprendemos de Jesús cuando le da las llaves del reino a las iglesias en Mateo 16 y 18. Primero, en Mateo 16:13- 20, Jesús enseña que las llaves son usadas para afirmar las confesiones correctas del evangelio. Jesús afirma la respuesta de Pedro, promete construir Su iglesia, y después con ese propósito les da a Pedro y a los apóstoles “las llaves del reino de los cielos” (Mt 16:19). ¿Qué hacen estas llaves? Ellas atan y desatan en la tierra lo que es atado y desatado en el cielo. Ya no hablamos de esa manera, así́ que podrías perderte el significado. Pero piensa en las llaves como si fueran la autoridad de una embajada para declarar formalmente las leyes y decretos de su gobierno local.

Segundo, en Mateo 18:15-20, Jesús enseña que las llaves son utilizadas para afirmar a los verdaderos confesores del evangelio. Le entrega las llaves del reino a la iglesia local como base para retirar de la membresía a cualquier persona cuya vida y profesión no estén acorde. Piensa esto como la autoridad de la embajada para formalmente declarar quiénes son sus ciudadanos.

En resumen, las iglesias poseen las llaves del reino, que son la autoridad de afirmar en nombre del cielo el qué y el quién del evangelio — ¿Qué es una correcta confesión? ¿Quién es un verdadero confesor?

La autoridad de las llaves = al derecho de declarar en nombre de Jesús el qué y el quién del evangelio: ¿Qué es una correcta confesión? ¿Quién es un verdadero confesor?

Otra analogía que puede ser útil para entender la autoridad de las llaves de la iglesia es el trabajo del juez de una corte. Un juez no hace la ley. Tampoco él o ella hacen a la persona inocente o culpable. Pero el juez posee la autoridad en nombre del gobierno para interpretar la ley y luego emitir un juicio oficial: “culpable” o “no culpable”. Así es con las declaraciones de una iglesia. Son oficiales, representando al reino de los cielos en la tierra. Algunas veces las iglesias emiten juicios equivocados, así como los embajadores y embajadas, o jueces y cortes. Aun así, este es el trabajo que Jesús les otorga a las iglesias.

¿Qué son las ordenanzas? Nuestros pasaportes celestiales

¿Cómo emiten las iglesias estos juicios oficiales?

Primero, lo hacen a través de la predicación. Cuando el predicador predica, el “ata” o “desata” las conciencias de la congregación a su entendimiento de la Palabra de Dios. Segundo, las iglesias atan o desatan a través de las ordenanzas (se refiere a lo ordenado por Jesús).

Cuando mis emociones no tienen sentido

Redescubre

Collin Hansen & Jonathan Leeman

¿No es suficiente con que un cristiano siga la transmisión en vivo de un servicio de la iglesia? ¿Todavía vale la pena unirse a una congregación local? ¿En realidad es tan importante reunirse todas las semanas? ¿Por qué debería ir a la iglesia (de nuevo)? Collin Hansen y Jonathan Leeman abordan estas preguntas. Quieren ayudarte a redescubrir por qué la iglesia es tan importante.

El bautismo viene primero. Es la puerta de entrada a la membresía de la iglesia. Aquellos que se reúnen en nombre de Cristo (Mt 18:20) bautizan a las personas en Su nombre (Mt 28:19). A través del bautismo, declaramos, “estoy con Jesús”, mientras la iglesia afirma, “esta persona está con Jesús”. Ambas partes tienen algo que decir.

Le sigue la Cena del Señor. Es la comida regular familiar para los miembros (ver Mt 26:26-29). La membresía de la iglesia, en un sentido, simplemente significa membresía a la mesa del Señor, puesto que la Cena es como nos reconocemos unos a otros como creyentes de forma continua. Escucha a Pablo: “Hay un solo pan del cual todos participamos; por eso, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo” (1Co 10:17). Participar de un pan muestra que somos un cuerpo. Nos afirma como creyentes. De nuevo, las diferentes denominaciones cristianas están en desacuerdo en qué exactamente representa el pan de la comunión. Pero todos están de acuerdo en que la Cena del Señor es una comida de la iglesia, por la cual toda la congregación afirma la membresía mutua en el cuerpo de Cristo.

Con demasiada frecuencia, los cristianos tratan las ordenanzas de forma individualista. Practicamos el bautismo y la Cena del Señor en casa, en un campamento o en giras por el extranjero. El quedarse en casa durante el COVID-19 tentó a las personas a pensar de esta forma.

Es cierto que el Nuevo Testamento no restringe absolutamente el bautismo a los límites de la iglesia, como se ve a Felipe bautizando al eunuco etíope (Hch 8:26-40). Una religión misionera que abarca nuevos territorios necesita poder hacer esto. Sin embargo, la práctica normal es celebrar estas dos ordenanzas dentro de la reunión de la iglesia y bajo el vigilante cuidado de la iglesia, como cuando fueron bautizadas las tres mil personas “en” la iglesia de Jerusalén (Hch 2:41).

Así mismo, Pablo nos advierte de participar de la Santa Cena solo si “discernimos el cuerpo”, refiriéndose a la Iglesia (1Co 11:29). Luego nos dice que “nos esperemos unos a otros” antes de tomarla (1Co 11:33). Esto es un evento de la iglesia. La Cena del Señor es una comida familiar, no individual.

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Este artículo Las iglesias son embajadas del cielo fue adaptado de una porción del libro Redescubre publicado por Poiema Publicaciones. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace.  

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Páginas 60 a la 63

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