Cuando mis emociones no tienen sentido

Cuando mis emociones no tienen sentido

A veces parece que recibimos señales contradictorias de nuestras emociones. Es como si el canal estuviera distorsionado o como si muchas voces gritaran a la vez. ¿Por qué las emociones son tan confusas a veces? Para empezar, nuestras creencias y valores son complejos. Lo que pensamos sobre lo que nos importa está formado por una gran variedad de factores: antecedentes familiares, culturas, personalidades y experiencias de vida.

Por ejemplo, puedes venir de una familia cristiana o no cristiwesterm kalap ισοθερμικο μπλουζακι stok kurtka tommy hilfiger czarna damska ab1553 adidas ισοθερμικο μπλουζακι stok two people fishing kayak vincha sexy sbelt mug bedrucken amazon xbox 360 freezing vanhunks kayak bauchtasche eastpak sgrassatore chanteclair carrozzeria auto asu football jersey långa jeanskjolar adidas nmd girls ana, de un hogar con un solo padre, de una familia en la que todos tocan un instrumento musical. Nuestros orígenes moldean nuestras creencias y valores mucho antes de que seamos conscientes de su influencia. Si creciste en Gran Bretaña, es posible que hayas aprendido el valor de la firmeza, y si creciste en Italia, es posible que te hayan enseñado el valor de la comida para unir a la familia.

Las experiencias de la vida también afectan nuestras creencias y valores. Por ejemplo, a Carolyn le mordió un chihuahua cuando era pequeña, y hasta el día de hoy le desagradan los chihuahuas. A Nicole le encanta leer las noticias deportivas a sus hijos porque su padre se las leía en voz alta cuando ella era una niña. Algo tan pequeño como un comentario de un familiar, un amigo o aun un desconocido puede definir la forma en que te sientes sobre ti misma. Una sola tragedia marcará tus emociones por el resto de tu vida.

Tim Keller ilustra cómo diferentes factores pueden influir en nuestras respuestas emocionales:

Personas que difieran en personalidad, género y cultura procesarán sus emociones de maneras diferentes. Cada persona tiene sus propios valores y compromisos internos. Un padre, por ejemplo, puede amar a sus hijos profundamente pero tal vez se identifique más con su carrera. Es posible que su esposa sea muy dedicada en su vocación, pero que su sentido de valor y propósito esté más ligado al cuidado de sus hijos. Si ambos fracasan en su carrera, probablemente sea el esposo quien sufra una crisis; mientras que si uno de sus hijos se lastima seriamente, seguramente la madre estaría más desconsolada que el padre. El mismo problema produce respuestas diferentes porque cada corazón tiene su propia estructura de identidad.

Un sinnúmero de factores influye sobre nuestras creencias y valores. Lo que pensamos y nos importa crece y cambia a lo largo de los años, produciendo una gran variedad de emociones. Como dice Groves: “Cuando te levantas, parte de lo que traes [al día] son todos los días que has vivido”. ¡No es de extrañar que a veces las emociones sean confusas!

No solo nuestras creencias y valores son complejos, sino que cuanto más complicadas son nuestras circunstancias, más confusas pueden parecer nuestras respuestas emocionales. Mira a nuestra amiga Jennifer, por ejemplo. Recientemente se mudó a Louisville, Kentucky, desde la costa oeste de Estados Unidos. Dejó una familia numerosa y unida, una iglesia y unos amigos increíbles, la escuela perfecta para sus hijos y “la niñera perfecta” a quien sus hijas aman, y se mudó a una ciudad nueva y a una casa que necesita reparaciones. Ella y su esposo han tenido que buscar una nueva iglesia, encontrar una nueva escuela para sus hijos, aprender el camino a la tienda más cercana, y adaptarse a los paisajes, olores, sabores y cultura de Louisville. Todavía está buscando una niñera. Y para colmo, esta es su primera Navidad lejos de la familia.

Las creencias y los valores de Jennifer, que han sido moldeados a lo largo de los años tanto por la tragedia como por la bendición, interactúan ahora con un nuevo y complejo conjunto de circunstancias, produciendo emociones intensas y a menudo confusas. Hace unas semanas lloró al salir de la iglesia y todavía no sabe por qué. Tiene problemas para relacionar sus tumultuosas emociones con lo que siempre ha creído que es verdad. Pero las emociones de Jennifer no están descompuestas ni están fallando. Simplemente están respondiendo a cientos de nuevas experiencias a la vez. Le están diciendo —y le dicen la verdad— que está pasando por muchos cambios en su vida en este momento.

Cuando mis emociones no tienen sentido

Emociones verdaderas

Carolyn Mahaney &Nicole Whitacre

​Las emociones pueden confundirnos. Un día estamos felices, tranquilas y esperanzadas; y al otro día estamos ansiosas, heridas y abrumadas. En este libro, Carolyn y Nicole nos enseñan que no debemos excusar ni seguir nuestras emociones; más bien, debemos aprender a honrar a Dios con nuestras emociones verdaderas.

Todos tenemos momentos en los que la vida da un giro brusco: Te mudas a una nueva casa en una nueva ciudad o consigues un nuevo trabajo; te casas o tienes un bebé; contraes una enfermedad o te bajan el sueldo. Los cambios drásticos, ya sean agradables o desagradables, alteran nuestras emociones. Aun un día ajetreado o un cambio de horario pueden alterar nuestros sentimientos. Nuestras emociones no existen en un vacío: nuestras complejas creencias y valores interactúan con nuestras complejas circunstancias para producir nuestras emociones. Dios creó las emociones para que funcionaran así. Como ya hemos aprendido, las emociones responden. Nos dicen qué está pasando y cómo estamos procesando la vida. Así que, cuando pasan muchas cosas, ¡las emociones hablarán mucho!

Las emociones también afectan nuestro cuerpo, y esto aumenta su complejidad. La tristeza rueda por nuestras mejillas, la sorpresa nos deja sin aliento y la ira aumenta nuestro ritmo cardíaco. Sentimos nerviosismo en la boca del estómago o nuestros músculos se tensan por la ansiedad. Y nuestro cuerpo, a su vez, afecta nuestras emociones. El ejercicio, los hábitos alimenticios y la salud en general influyen en cómo nos sentimos. Muchas de nosotras experimentamos cambios emocionales, de leves a extremos, en torno a nuestros ciclos menstruales, embarazos, postparto y menopausia.

Cuando nuestro cuerpo está alterado —por los cambios hormonales u otros problemas de salud— es posible que tengamos que procesar nuestras emociones de forma diferente. “Ya que el corazón y el cuerpo son interdependientes —explica Ed Welch—, un cuerpo desordenado puede dar forma a unas emociones impredecibles y que no estén relacionadas con nuestros deseos y amores. En otras palabras, algunas veces nuestras emociones hablan de temas espirituales y otras veces no”. Un cuerpo alterado puede dar forma a emociones distorsionadas. Debemos tener esto en cuenta.

Las emociones son extraordinariamente complejas. No podemos descubrir en un día lo que nos tomó desarrollar toda una vida. No podemos responder a quince alarmas emocionales a la vez. No siempre podemos predecir las formas en que nuestro cuerpo puede afectar nuestras emociones. Y no deberíamos intentarlo. No deberíamos tratar de rastrear cada hilo ni desenredar cada nudo emocional. Nunca funcionará. Sin mencionar que todo nuestro cuestionamiento y análisis e introspección a veces nos lleva a estar centradas en nosotras mismas. En ninguna parte de las Escrituras Dios nos exige que examinemos y cataloguemos cada emoción.

Una disonancia de emociones nos dice una cosa por encima de todo: debemos movernos hacia Dios. No hay ningún sentimiento ni cúmulo de sentimientos que no podamos llevar a Él. De hecho, las emociones confusas pueden ser motivadores maravillosos que nos llevan al único que aclara nuestra confusión. Cuando acudimos a Dios en nuestra perplejidad y reconocemos que necesitamos Su ayuda para entender nuestras emociones, Él nos ayudará bondadosamente a escuchar una o dos verdades por encima de todo el ruido. Es posible que no seamos capaces de rastrear la fuente de cada emoción, pero podemos saber lo que Dios quiere que hagamos con cada emoción: llevarla a Él. Y esta, amigas, es la lección más importante de todas.

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Este artículo Cuando mis emociones no tienen sentido fue adaptado de una porción del libro Emociones verdaderas publicado por Poiema Publicaciones. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace.  

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Páginas 51 a la 55

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