Cuál es la necesidad de la oración

La necesidad y los beneficios de la oración

Después de enfatizar la soberanía absoluta de Dios y la suficiencia plena de Cristo, Burgess pregunta: “¿Si la oración de Cristo lo es todo en todo, por qué necesitamos orar? ¿No son innecesarias nuestras oraciones?” Responde, en primer lugar, recordándonos que nuestras oraciones no cumplen el mismo propósito de las de Cristo, es decir “para mérito o mediación”. Nuestras oraciones tienen otros objetivos, como “erigir a Dios”, es decir, exaltarlo como el Dios a quien oramos; “menospreciarnos”, es decir, humillarnos; “avivar nuestras misericordias” o animar en nuestras almas una fe, esperanza y amor vivos; “darnos comunión santa y compañerismo con Él”; y “mostrar nuestra obediencia a Sus mandamientos”.

Burgess sostiene con firmeza las doctrinas reformadas de la predestinación y la providencia soberana. Dice que es falso y pecaminoso que un hombre ore pensando que puede cambiar la opinión de Dios y hacerlo alterar Su voluntad. Dios es inmutable e incambiable, dice Burgess. No obstante, las cosas que Dios ha prometido dar a Su pueblo deben ser logradas orando por ellas, pues los propósitos y promesas de Dios requieren nuestra súplica. Burgess dice que este es el orden que Dios ha designado: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá, Mt. 7”. Burgess dice que algunos actos de Dios son independientes de la oración, como cuando Dios envió a Cristo al mundo para salvar a los pecadores y las obras iniciales de gracia al comienzo de nuestra conversión. Explica: “Nuestras oraciones no son meritorias. No merecen [nada] de la mano de Dios”. Dios no da misericordia porque oramos, sino que nos estimula a orar para que nos pueda dar la misericordia que preparó para nosotros. Nuestras oraciones son parte de la gracia de Dios para con nosotros, pues Él no solo nos da la oportunidad de orar, sino nuestras oraciones mismas. El meollo de lo que entendía Burgess sobre la necesidad de la oración es la doctrina de la soberanía de Dios como el medio para cumplir Su propósito. Escribe: “Dios en las cosas maravillosas que ha predestinado o prometido para Su pueblo ha designado el medio para el logro de ellas. De ahí, así como Él convierte por la Palabra, también derrama Su misericordia sobre un pueblo que ora”.

El pueblo de Dios debe entonces orar por el éxito de la palabra Juan 17:1:“Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo”. De esto Burgess infiere que la oración es necesaria para el efecto de todo buen consuelo e instrucción. “Cristo mismo no lo piensa dos veces para plantar, pero ora que la lluvia venga del cielo”, dice Burgess. De esta manera, todos los ministros deben hacerlo a la manera de Cristo, lo que pudiera significar pasar el día predicando y la noche orando.52 Dios es la fuente de toda gracia y manda a los hombres a orar que Él reciba toda la gloria por los efectos de Su palabra. Los hombres son totalmente incapaces de hacer algún bien en su propia naturaleza caída. Así que en todo ministerio “debemos ser como el niño pequeño que depende de su padre”.

Una teología puritana

Una teología puritana

Joel Beeke & Mark Jones

Una Teología Puritana: Doctrina para la Vida ofrece una exposición innovadora de la enseñanza de los puritanos sobre la mayoría de las principales doctrinas reformadas, en particular aquellas doctrinas en las que los puritanos hicieron contribuciones significativas.

Dios tiene razones para demandar que oremos para cumplir Sus propósitos:

  1. Dios nos hace orar a Él porque “allí es reconocido como el autor y fuente de todo el bien que tenemos (…) El que vive sin oración vive como si no hubiera Dios”.
  2. Dios por Su gracia nos honra cuando oramos, en “que somos admitidos en Su presencia y tengamos comunión santa con Él (…) La oración es el comercio celestial con Dios”.
  3. “Dios nos hace orar porque la oración es el medio designado por Él al igual que la fe y el arrepentimiento. Los propósitos y promesas de Dios nunca deben oponerse o están separados de este medio (…) Como dijo Agustín, si Esteban no hubiera orado por sus perseguidores, la iglesia nunca hubiera tenido un doctor glorioso como lo era Pablo”.
  4. “Dios ha designado la oración no solo para nuestro honor, sino para nuestra ventaja y provecho espiritual. Al orar fervientemente el corazón es elevado, se hace más celestial y es elevado hasta el tercer cielo (…) Cuando venimos a la presencia de Dios y oramos efectivamente, un espíritu Divino, un estado espiritual del corazón, puede venir a nosotros. Debemos salir de la oración extasiados con la iglesia, diciendo, Mi Amado (…) es señalado entre diez mil”.
  5. “Dios nos hace orar porque allí debemos testificar el deseo y alta estima que tenemos por la misericordia pedida. ¿No decimos que es de poco valor aquello por lo que no vale la pena pedir? (…) De ahí es que Dios ama las oraciones de lucha y fervor.
  6. Dios ha hecho la oración necesaria “porque allí la fe se acerca a sus efectos excelentes. La oración sin fe es como un instrumento musical sin una mano que lo haga melodioso”.

Burgess dice: “En nuestras peticiones fervientes no bajamos la voluntad de Dios a la nuestra, sino que elevamos la nuestra a la Suya. La oración es una cadena de oro que trae el cielo a la tierra y aunque pensamos que movemos a Dios a nosotros, somos nosotros los que nos movemos a Él. Como el barco que es atado con una cuerda no trae el puerto a Él, sino que se mueve hacia el puerto, así el cambio que la oración hace no está en Dios, sino en nosotros”. En luz de la necesidad y los beneficios de la oración, Burgess hace preguntas puntuales:

¿Por qué en estos últimos días la Palabra predicada no hace una obra más maravillosa? En la primera propagación del Evangelio, muchos peces fueron capturados en la red de tal forma que se iba a romper. En la primera Reforma del Papismo, el reino de Dios sufrió violencia, pero ahora el que es profano aún lo es, los ciegos siguen ciegos, los orgullosos siguen siendo orgullosos. ¿Cuál es el problema? ¿No es la Palabra tan poderosa como siempre? ¿No es el brazo del Señor tan fuerte como siempre? Si, pero el celo del pueblo se ha enfriado. No existe la oración ferviente, la alta estima de los medios de gracia. Los hombres no asedian el cielo, no dando descanso a Dios día y noche hasta que venga con salvación a sus almas y ciertamente el Espíritu de la oración es un precursor de las misericordias que han de ser derramadas”.

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Este artículo sobre la necesidad y los beneficios de la oración fue adaptado de una porción del libro Una teología puritana, publicado por Poiema Publicaciones. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace. Las notas al pie que no se incluyeron en este artículo son referenciales y no explicativas.

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Páginas 423 a la 425

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