¿Cómo encontrar una iglesia?

¿Dónde asistir a la iglesia?

Una de las preguntas más difíciles de responder de la vida cristiana en el siglo veintiuno es adónde asistir a la iglesia. Aquellos nuevos creyentes que buscan su primera iglesia, creyentes de muchos años que se mudan a algún lugar desconocido, e incluso los que ya están bien asentados en una iglesia en específico enfrentan este problema. Esto es porque mucho de lo que se hace llamar “iglesia” en esta época no es en realidad iglesia; al menos, no como el Nuevo Testamento nos la presenta. Por tanto, si estás buscando una iglesia, el único lugar para descubrir lo que eso realmente significa es la Biblia. El libro de los Hechos nos ofrece un plano de referencia para la vida en la iglesia:

Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración. Sobrevino temor a toda persona; y muchos prodigios y señales se hacían por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en común; vendían todas sus propiedades y sus bienes y los compartían con todos, según la necesidad de cada uno. Día tras día continuaban unánimes en el templo y partiendo el pan en los hogares, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y hallando favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos (Hch 2:42-47).

Se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles

Lo primero que descubrimos sobre esta iglesia primitiva es un compromiso con la enseñanza de los apóstoles. Estos primeros creyentes habían escuchado a los apóstoles de primera mano; sin embargo, nosotros tenemos esta misma enseñanza en nuestra Biblia. Por lo tanto, una buena iglesia está centrada en la Palabra. Nada es más importante que esto: ni una congregación numerosa, ni un pastor ingenioso, ni evidencias tangibles del Espíritu Santo. Estos primeros creyentes nunca basaron su fe en su experiencia personal (un error común en nuestros días) porque la Biblia es el instrumento supremo de Dios para renovar a Su pueblo a la imagen de Jesús. Si te tomas el tiempo de leer todo el libro de Hechos, descubrirás que está lleno de la centralidad de la predicación.

Desafortunadamente, hoy es demasiado común encontrar pastores que distorsionan la Palabra de Dios. Algunas veces, esto proviene de un deseo sincero por ablandar corazones endurecidos; sin embargo, un corazón no es transformado con reducir los estándares. Un predicador puede sentirse tentado a diluir la verdad sobre el pecado y sobre la necesidad del arrepentimiento o las partes complicadas sobre la encarnación y la expiación, y remplazarlas con promesas engañosas de prosperidad personal o con un enfoque en asuntos políticos. O bien, puede adoptar las técnicas del predicador anecdótico para desviarse de la Escritura y relatar una serie de historias entretenidas. Así pues, lo primero que debes buscar en una iglesia es un compromiso con la sana doctrina.

Se dedicaban al partimiento del pan y a la oración

La Biblia nos presenta dos sacramentos, u ordenanzas, dadas por el Señor Jesucristo mismo. Estos sacramentos (el bautismo y la Cena del Señor) deben estar en cualquier iglesia sana; es decir, no son opcionales, aunque participar en estos sacramentos no salva a nadie, porque la salvación se encuentra solo en Cristo. Entrar en las aguas del bautismo no produce salvación, sino que representa la limpieza que Jesús produce. De la misma manera, comer el pan y beber de la copa no produce nuestra seguridad en Cristo, sino que da evidencia de que ya estamos seguros en Él. Una buena iglesia brindará una explicación clara de los sacramentos, así como lineamientos claros para participar en ellos. Además de estos elementos, la oración es también un elemento vital de una iglesia sana. Una buena iglesia incluirá la oración en el servicio de adoración y enfatizará tanto la oración colectiva como personal.

Sobrevino temor a toda persona

Debemos entender el costo de seguir a Cristo. El pasaje dice que el gozo, la reverencia y un sentido de temor caracterizaban la adoración de los creyentes en la iglesia del Nuevo Testamento. Ellos tenían cierto entendimiento de lo sublime y santo que es Dios (Su trascendencia), así como de que mora en Su pueblo (Su inmanencia). Por lo tanto, una buena iglesia está preocupada por la adoración reverente. Sin embargo, la reverencia no significa que estemos restringidos a algún estilo específico de música ni a alguna estructura litúrgica. De hecho, todo servicio de adoración debe ser una celebración gozosa de los poderosos hechos de Dios a través del Señor Jesucristo. Aunque los servicios de adoración deben ser solemnes, no es correcto que sean aburridos. Ahora bien, es posible que la solemnidad sea aburrida y que las expresiones de gozo sean irreverentes, pero el patrón de la iglesia primitiva no coloca la solemnidad en oposición al gozo, una práctica demasiado común en los círculos evangélicos contemporáneos. En la iglesia primitiva, todos estaban llenos de temor porque el Señor Jesús estaba presente; había reverencia y gozo, formalidad e informalidad, estructura y ausencia de estructura. Las trompetas sonaban y los címbalos tañían y otros instrumentos se unían en este gran conjunto de sonidos mientras se levantaban las voces en cantos de alabanza al Señor. Estos creyentes no estaban en alguna travesía emocional cuestionable, sino que se hallaban declarando teología. En una buena iglesia, la adoración se enfocará en la verdad e involucrará la mente de los asistentes. También puede ser emocional, siempre y cuando la emoción sea el reflejo de corazones absortos en asombro y alabanza.

Se dedicaban a la comunión

Cuando pensamos en la palabra “comunión” o “compañerismo”, tendemos a pensar en términos de pasar momentos divertidos con personas que piensan como nosotros; sin embargo, la comunión bíblica implica mucho más que socializar. Los creyentes comparten una vida común porque comparten una fe en un solo Salvador y han sido reconciliados con Dios el Padre por medio de Él. La comunión dentro de la iglesia opera de manera muy similar que en una familia; esto significa que también existen tiempos cuando es necesaria la confrontación. En la iglesia, esto toma lugar en forma de disciplina, y una buena iglesia la practicará por el bien de toda la congregación y, en especial, por el bienestar espiritual del creyente que ha fallado.

Una parte inherente de la verdadera comunión es el llamado a la generosidad. En Hechos, vemos que se había recolectado dinero y dado a aquellos en necesidad genuina. Por lo tanto, una buena iglesia busca distribuir sus recursos a aquellos en necesidad en todo momento y bajo cualquier circunstancia con una generosidad sacrificial.

Y el Señor añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos

Aunque estos primeros creyentes estaban aprendiendo, adorando y compartiendo, no lo hacían a expensas del evangelismo. En Hechos, aprendemos que esta iglesia crecía en números a diario. Y, sin embargo, ¿quién era el que añadía las personas? Era Cristo mismo. Él es la cabeza de la iglesia; por tanto, Él es quien añade a la iglesia y, normalmente, lo hace a través de la predicación de la Palabra, de la adoración y de la voz de los creyentes que esparcen las buenas nuevas del evangelio. Sin embargo, hoy encontramos esfuerzos centrados en el hombre para conseguir convertidos. Tales iglesias dependen de métodos, programas, paquetes, ideas y estrategias profesionales en lugar de en la presentación de la sana doctrina. No deseo disminuir el derecho a utilizar programas bien intencionados; no obstante, una buena iglesia se caracteriza por miembros que buscan vivir como embajadores del Señor Jesucristo.

Si estás buscando una iglesia, busca una donde la Palabra sea proclamada, donde los sacramentos y la oración sean honrados y donde la adoración sea reverente. Busca una iglesia donde la comunión esté caracterizada por el gozo y la generosidad, y donde el evangelio sea proclamado con valor. Es así de sencillo.

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Alistair Begg es el pastor principal de la Iglesia Parkside en Cleveland, Ohio. Lleva en el ministerio pastoral más de 40 años. Él y su esposa, Susan, tienen tres hijos. Su ministerio, Truth for Life trabaja con Poiema para publicar sus artículos y libros en español. Este artículo fue publicado originalmente en inglés aquí.

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