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Hijo de Dios, ¡considera tu salvación y sé humilde! Eras un pecador inmundo y miserable. Tu vida estaba llena de rebeldía y odio. Estabas perdido y no tenías ninguna posibilidad de ganarte la salvación por ti mismo. Aun en tu estado lamentable, el amor, la bondad y la compasión de Dios aparecieron en la persona de Jesucristo para salvarte. Esta salvación sucedió, no por algo bueno que hayas hecho, sino simplemente porque Dios es amoroso, bueno y misericordioso. Él no tenía que salvarte. No hiciste nada para merecerlo. Y habría sido perfectamente justo que Dios te dejara en tu pecado, condenado por toda la eternidad.
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Tristemente, muchos de nuestros hijos quieren tener toda la libertad que disfrutan los adultos antes de estar listos para asumir las responsabilidades que vienen con esos privilegios. A veces se…
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La Biblia nos llama a vivir de una manera digna de nuestro llamamiento (Efesios 4:1), crecer en conformidad con la imagen de Cristo (Romanos 8:29) y caminar en las buenas obras que Dios ha preparado para nosotros (Efesios 2:10). En respuesta a las misericordias de Dios, debemos presentar nuestras vidas a Dios como sacrificios vivos, santos y aceptables a Él (Romanos 12:1-2). Las siguientes pautas prácticas han sido tomadas de la Biblia para ayudar al cristiano en esta magnífica tarea.
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El hecho de que alguien profese ser creyente no es suficiente. La Escritura nos advierte que muchos de los que afirmaban ser seguidores de Jesús demostraron que mentían (Lc 8:13-14; Stg 2:14-26; 1Jn 2:19). Al considerar el matrimonio, debes ir más allá de las palabras de una persona y buscar evidencia de que tiene una relación viva con el Señor. Jesús dice que “por sus frutos los conocerán” (Mt 7:20). ¿Demuestra el fruto del Espíritu Santo (Gá 5:22-23) o se caracteriza por las obras de la carne (5:19-21)? ¿Es un miembro comprometido que sirve en una iglesia bíblica? ¿Tiene una buena reputación con los líderes de su iglesia? Todos estos son buenos indicadores del verdadero estado espiritual de una persona.
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Como creyentes, el Espíritu está con nosotros, incluso cuando dejamos de sentir Su presencia. Él está con nosotros cuando, según nuestro juicio, la iglesia es más fría que el hielo. Él está con nosotros porque Jesús proclama: “Él estará con ustedes”. El Espíritu está con nosotros tanto como Cristo está con nosotros. De modo que como cristianos somos una asociación del Espíritu, un movimiento del Espíritu, un cuerpo del Espíritu, una comunidad del Espíritu y una sociedad del Espíritu.
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En suma, permanecer en Cristo significa permitir que su palabra llene nuestra mente, dirija nuestra voluntad, y transforme nuestro afecto. En otras palabras, ¡nuestra relación con Cristo está íntimamente relacionada con lo que hacemos con nuestra Biblia!
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