Seis características de un arrepentimiento verdadero

Un verdadero arrepentimiento

En 2 Corintios 7:8-11 Pablo no solo resalta una diferencia entre la tristeza que produce muerte y la tristeza que produce vida, sino que describe en detalle cómo puedes distinguirlas. En este pasaje él menciona seis características de la tristeza que proviene de Dios.

  1. La tristeza que proviene de Dios demuestra empeño

La tristeza del mundo experimenta el pecado, se retuerce de dolor y siente convicción —por un rato. La tristeza del mundo responde a esa convicción con oración —por un rato. La tristeza del mundo realmente está decidida a luchar con el pecado —por un rato. El problema es que esta nueva convicción, esta nueva consagración a la oración y esta determinación emocional no duran mucho. El dolor por lo que has perdido (o el temor por lo que pudieras perder) se desvanece. Te das cuenta de que puedes vivir sin lo que perdiste o de que lo puedes reemplazar con otra cosa. Cuando ves esto, tu tristeza desaparece tan rápido como tu aliento en una fría mañana de invierno.

La tristeza que proviene de Dios no es efímera, sino que demuestra empeño. La tristeza que proviene de Dios se ocupa y busca con ansias luchar contra el pecado en una batalla que perdura. El arrepentimiento bíblico por el pecado va mucho más allá de un gesto de dolor momentáneo y una punzada fugaz de convicción. La tristeza que proviene de Dios está ocupada batallando contra la pornografía durante semanas, meses y años después de que la tristeza del mundo se ha rendido ante la lucha. Si la tristeza que experimentas después de ver pornografía no te lleva a una transformación real y duradera, solo has experimentado la tristeza del mundo y necesitas desesperadamente un cambio.

  1. La tristeza que proviene de Dios te lleva a ser muy intencional en apartarte

Cuando tu tristeza viene de un corazón orientado hacia Dios y no hacia ti mismo, serás muy intencional en apartarte del pecado de la pornografía. La tristeza del mundo no dura mucho, así que en poco tiempo volverás a caer en la pornografía. La tristeza que proviene de Dios produce un anhelo por dejar la pornografía y es diligente en buscar formas de erradicarla.

Esta intencionalidad en apartarte de la pornografía se expresa de dos formas prácticas. Primero, procuras rendirle cuentas a alguien. Necesitas ayuda en una lucha que es imposible pelear solo. La rendición de cuentas implica involucrar a otros cristianos que te puedan ayudar a encontrar estrategias que no hayas considerado, que puedan evaluar tu progreso y que oren por ti con diligencia. Segundo, implica tomar medidas radicales para asegurar que no tendrás acceso a la pornografía. Este pecado esclavizante solo se puede derrotar tomando medidas drásticas para eliminarlo por completo.

  1. La tristeza que proviene de Dios lleva a la indignación

La tristeza que proviene de Dios produce indignación. Produce odio. La tristeza del mundo también produce odio, pero hacia otras cosas. La tristeza del mundo odia las consecuencias del pecado. Las lágrimas de la tristeza del mundo son causadas por la vergüenza de haber perdido un trabajo o un ministerio, por la indignación de un cónyuge que te ve como un depravado, por la vergüenza de haber sido disciplinado por parte de tu escuela o de tus padres, o por algún otro resultado doloroso del pecado. El odio de la tristeza del mundo es el odio a ser descubierto. La tristeza que proviene de Dios odia el pecado mismo. Esta tristeza siente el horror de la desobediencia y llora al ver la realidad de un corazón que escoge la transgresión por encima de la fidelidad. El dolor de la tristeza que da vida se produce cuando somos conscientes de que todo pecado aflige a Dios, aun cuando nadie más lo descubra. La tristeza del mundo se debe a que las personas saben de tu pecado. La tristeza que proviene de Dios se debe a que Él conoce tu pecado. La tristeza del mundo podría deberse a que se dañó la relación con tu cónyuge, con tus hijos o con otras personas. La tristeza que proviene de Dios se debe a que rompimos nuestra comunión con Él. La tristeza es letal cuando se centra en uno mismo. Debemos arrepentirnos y decir como David: “Contra Ti he pecado, solo contra Ti” (Sal 51:4).

Arrepentimiento Biblia

Por fin libre

Heath Lambert

En este libro, el profesor y consejero experimentado Heath Lambert identifica ocho estrategias, cada una basada en la obra de Cristo, que ofrecen tanto el poder como un plan para el cambio. Cada capítulo se fundamenta en la gracia y aplica el evangelio de maneras muy prácticas.

  1. La tristeza que proviene de Dios conduce al temor

La tristeza que proviene de Dios produce inquietud, un temor saludable. La tristeza del mundo también produce inquietud, solo que está mal dirigida. El temor de la tristeza del mundo es el temor a que las personas se enteren. En la tristeza del mundo no demostraste empeño y no fuiste intencional en apartarte de tu pecado. Puede que hayas hecho algunos cambios externos, pero nunca hubo un cambio en tu corazón. No tardaste mucho en volver a ver lo mismo que estabas viendo. Ahora vives con el temor de que las personas se enteren —o que se enteren de nuevo— de que no estás siendo honesto. Usas toda tu energía para no permitir que te descubran. Estás tratando de esconderte en las tinieblas, y eso nunca llevará a un cambio duradero.

La tristeza que proviene de Dios no teme que las personas se enteren del pecado. Más bien, se inquieta porque Dios —la única persona que importa a fin de cuentas— siempre lo supo. Soy un hombre muy pecador que tiene una gran necesidad de que la sangre de Jesús me perdone por todas las formas en las que le he fallado a Dios. Cuando considero las formas en las que sigo pecando como cristiano, veo la arrogancia de mi corazón y soy consciente del daño que me hago a mí mismo con ese pecado. Siento el dolor que le causo a otros con mi pecado, y se me rompe el corazón al pensar que decepciono a Dios cada vez que peco. Soy un pecador, y Dios es perfecto y puro. No puedo soportar ver el egoísmo y la impureza del pecado. Me asombra que yo no haya sido consumido por la ira de Dios durante esas temporadas de pecaminosidad. A pesar de mi desobediencia, me da aliento, alimento, refugio y muchos otros regalos. La tristeza que proviene de Dios reconoce esta intolerancia santa hacia el pecado. Es un temor mezclado con una consciencia de la misericordia de Dios al no darnos el castigo justo que merecíamos.

  1. La tristeza que proviene de Dios lleva a un anhelo y una preocupación por la restauración

La tristeza que proviene de Dios tiene un gran anhelo e interés por la restauración de las relaciones. Pablo alaba a los corintios por su deseo de restaurar su relación con él después de que el pecado los distanciara (2Co 7:7). El pecado nos separa de otros, produciendo división en las relaciones, creando distancia en vez de intimidad.

A la tristeza que proviene de Dios le duele que la pornografía te haya alejado de Dios. Anhela la restauración. A la tristeza que proviene de Dios le duele la distancia que ha creado tu pecado en las relaciones con otros y anhela recuperar la cercanía.

La tristeza del mundo quiere olvidar el pasado. Predica que lo pasado se debe dejar en el pasado y que es mejor no revolver el asunto. Cuando tus lágrimas te llevan a huir de las personas y no a acercarte a ellas, tus lágrimas son lágrimas del mundo. El dolor del mundo ignora a Dios, en lugar de descansar más plenamente en Su perdón, y se acostumbra a las relaciones dañadas. La tristeza que da vida te infunde un fervor por restaurar cada una de las relaciones que se han estropeado. Tu tristeza te puede guiar más hacia ti mismo o hacia Dios y otros.

  1. La tristeza que proviene de Dios produce un anhelo por la justicia

Una vez aconsejé a un hombre llamado Jorge, quien comenzó a ver pornografía creyendo equivocadamente que podía mantenerlo bajo control. Tuvo que aprender a las malas que el pecado nunca te deja tener el control. El pecado es un amo cruel, no un siervo sumiso. Con el paso de los años, Jorge pasaba cada vez más tiempo viendo pornografía, y en formas más perversas de lo que jamás habría imaginado. Pocas semanas antes de nuestra primera reunión, fue arrestado por posesión de pornografía infantil. Jorge necesitaba ayuda para cambiar, pero primero teníamos que lidiar con este asunto legal.

Los oficiales que lo arrestaron cometieron errores durante el arresto y sus argumentos eran muy débiles. El abogado de Jorge le aseguró que si iba a juicio y se declaraba inocente, sería fácil que lo exoneraran de los cargos. Jorge se preguntó en voz alta cuál sería mi opinión al respecto. Lo único que le pregunté fue si en verdad tenía ese tipo de pornografía, y él admitió que era culpable. Le dije que si quería morir podía decir que era inocente, pero que si quería vivir tendría que declararse culpable y aceptar las consecuencias. Se quedó perplejo, hasta que le leí 2 Corintios 7:8-11. Jorge entendió mi punto y se declaró culpable del crimen.

Hacer lo que es correcto y justo no siempre hará que tu vida sea más fácil o cómoda. Una prueba inmediata y crucial para saber si tu dolor proviene de Dios o del mundo es si estás dispuesto a aceptar las consecuencias de tu pecado. Si lo estás, es probable que tu tristeza sea la que proviene de Dios, la que salva. Si tratas de librarte de las consecuencias, hay una alta probabilidad de que tu tristeza sea la del mundo, la que se trata de ti mismo.

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Este artículo sobre el arrepentimiento verdadero fue adaptado de una porción del libro Por fin libre, publicado por Poiema Publicaciones. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace.

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Páginas 40 a la 46

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