La persona indicada para casarte: desmintiendo el mito

¿La persona indicada?

Permíteme desmentir el mito de “la persona indicada”. Sí, en Su providencia secreta, Dios ha escogido una persona ideal para ti. Y sí, una vez conozcas al hombre de tus sueños, no querrás estar con nadie más. Él será la persona indicada para ti. Sé que esto no sonará nada romántico (especialmente para algunas de las chicas), pero no pienses que hay una sola persona en todo el planeta con quien pudieras ser feliz. No estás buscando esa otra pieza del rompecabezas que encajará perfectamente contigo. “Tú me completas” suena mágicamente romántico, pero no es verdad. La fórmula bíblica del matrimonio no es media persona más media persona que completan un rompecabezas de una persona. La matemática de Génesis dice que uno más uno es igual a uno (Gn 2:24).

No estoy diciendo que no debes “encajar” con tu cónyuge. Y, por supuesto, una vez estén casados, tu cónyuge será la única otra pieza del rompecabezas para ti. Pero antes de eso, no pienses: Conocí a una increíble muchacha, pero ¿y si no es la indicada? ¿Qué si está en otra ciudad y todavía no la he encontrado? No te hagas eso a ti mismo. No te preocupes por encontrar a tu alma gemela. Y una vez estén casados y se encuentren teniendo problemas, no le digas a tu pastor: “Creo que me voy a divorciar; es que no era la persona indicada para mí”. El problema con el mito de “la persona indicada” es que asume que el afecto es el cemento que mantiene unido al matrimonio, cuando en realidad es tu compromiso en el matrimonio lo que mantiene el afecto. Así que olvídate del mito y cásate.

Consejos para hombres y mujeres

Retrasar el matrimonio puede traer diversos problemas. Por ejemplo, suele prolongar la adolescencia y la cultura juvenil que la caracteriza. En su Breve biografía de Jonathan Edwards, George Marsden notaba que, para Edwards, “el mayor desafío para la piedad de la iglesia era el predominio de una cultura juvenil, la cual se veía afectada por la cultura de las tabernas”. Una de las principales razones por las que se mantenía esta cultura juvenil, comenta Marsden, era la postergación del matrimonio en Northampton. Debido a que ya no quedaban más tierras en el pueblo de Edwards, las parejas no tenían donde establecerse para iniciar sus familias. Como resultado, la gente no hacía nada por iniciar una familia. La edad promedio de matrimonio subió a 29 años para los hombres y a 25 para las mujeres.

Los jóvenes, en vez de casarse, asentarse y empezar familias, tardaban mucho en independizarse de sus padres y generalmente tomaban decisiones tontas y pecaminosas, como suele suceder con los veinteañeros cuando tienen demasiado tiempo y muy pocas responsabilidades. Y eso también nos puede suceder a nosotros.

Cómo elegir bien a tu pareja

Haz algo

Kevin DeYoung

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– Jairo Namnún, Director Ejecutivo de Coalición por el Evangelio

Otro problema que trae el retrasar el matrimonio es que complica las decisiones de carrera, especialmente para las mujeres. Hay demasiadas buenas cristianas entrando en carreras de las cuales no están seguras, cuando en realidad desean, y no en secreto, estar casadas e iniciar una familia. No estoy diciendo que las mujeres no puedan trabajar fuera de casa, ni mucho menos que no sean capaces de hacer esos trabajos con excelencia. Mi problema es con los hombres. Mientras estas jóvenes continúan en sus carreras porque no ven el matrimonio en el horizonte, los jóvenes divagan por la vida, retrasando el matrimonio, luchando con la lujuria (y muchas veces con la masturbación) y no haciendo nada particularmente especial en cuanto a su trabajo. Cuando he hablado sobre el tema en mi iglesia, muchas mujeres se me acercan y me dicen: “¡Predíquelo, pastor! Queremos que los hombres hagan algo. Que nos busquen. Que nos inviten a salir. Queremos casarnos, pero necesitamos que tomen la iniciativa”.

A la vez, es muy común que las mujeres solteras empiecen una carrera y luego queden endeudadas. Pero entonces se casan a los 28 y quieren empezar una familia, excepto que ahora están en su último año de residencia y sienten que ya no pueden “desperdiciar” todo ese entrenamiento. Además, ahora deben trabajar al menos cinco años para pagar los préstamos universitarios. Por favor, no me malinterpretes. Esto no es una crítica a las doctoras, a las enfermeras ni a las empresarias. Es solo que sus vidas son mucho más complicadas por haber retrasado el matrimonio. Una joven pudiera sentir que no se debe casar hasta que no haya terminado la universidad y pagado sus deudas.

Cuando una pareja se casa con deudas o mientras estudian, a veces parece que sus decisiones sobre el tener hijos y la planificación familiar —decisiones difíciles, donde muchos cristianos tienen desacuerdos— ya han sido tomadas por ellos. Esto los coloca en una posición difícil. Estas decisiones siempre son complicadas, pero sospecho que algunas historias serían diferentes si las parejas hubieran madurado antes, y si los hombres pensaran seriamente en el matrimonio a los 21 en vez de a los 31.

Sé que he sido muy duro con mi generación, especialmente con los hombres. No pretendo ser un modelo de valentía masculina ni un experto a la hora de tomar decisiones. Y no estoy tratando de desanimarte. Recuerda que si has cometido errores —o estás cometiendo errores— a Dios le encanta ayudar a los que están en necesidad. Él ama perdonar a los quebrantados de corazón y dar segundas y terceras oportunidades a aquellos que ya han cometido decenas de errores. El Espíritu es más fuerte que nuestra timidez y más sabio que nuestra necedad. Pero en vez de “dejárselo a Dios”, debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para crecer en la fe (2P 1:5-25).

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Este artículo sobre La persona indicada para casarte fue adaptado de una porción del libro Haz algo, publicado por Poiema Publicaciones

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Páginas 91 a la 94

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