La gracia que sostendrá tu matrimonio

La gracia que sostendrá tu matrimonio

Quiero estudiar una palabra que puede inspirar fe y esperanza cuando los pecadores dicen: “Acepto”. La palabra es gracia.

A menudo la gracia es erróneamente vista como algo que hace el papel del romance en una trama de Jane Austen. La gracia nos lleva al altar con Dios existiendo como una fuerza misteriosa y poderosa que nos saca de nuestro aislamiento pecaminoso y nos deposita en una dulce relación con Dios por medio de Jesús. Pero muchos viven como si, una vez que la gracia los haya salvado, se acabara el cuento.

A veces nos topamos con esto en testimonios de salvación. Se comparte mucho detalle de los pecados cometidos antes de la conversión. Después sigue la intervención milagrosa de Dios, el gran gozo de nacer de nuevo, y luego—pues, corren los créditos. La gracia logra lo asombroso e imposible de entregarme salvo al altar de la conversión, pero luego se despide para ir a salvar a otra persona, dejándome a valerme por mí mismo. ¿Realmente es así?

La gracia persistente para correr la carrera

Un gran teólogo de nuestro tiempo, J.I. Packer, ha observado: “No hay necesidad más urgente en la cristiandad que la de una conciencia renovada de lo que realmente es la gracia de Dios”. Estoy de acuerdo completamente. Los cristianos que cultivan una apreciación por la gracia de Dios y que buscan aplicar esa gracia en cada área de sus vidas, se colocan para conocer un gozo y efectividad que solo Dios puede otorgar. También estoy de acuerdo en que la profundidad y la anchura de la gracia de Dios están tan mal entendidas entre los cristianos que la palabra “urgente” no es una palabra demasiado fuerte.

Entre cristianos casados, no hay área de aplicación más urgente que dentro de su mismo matrimonio.

Nuestra tentación es creer que la manera de lograr un buen matrimonio cristiano es la buena enseñanza, la conducta correcta, trabajar más duro, arrepentirnos más y sentirnos cambiados. Claro, que estas son cosas importantes, pero no son la gracia. De nuevo, para usted y para mí, no hay necesidad más urgente que una conciencia creciente de lo que verdaderamente significa la gracia de Dios cuando los pecadores dicen: “Acepto”. En Tito 2:11–14, Pablo nos lleva más allá de nuestra tendencia al estilo Austen de dejar la gracia en el altar.

Porque la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres, ensenándonos, que negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa, y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús, quien se dio a Sí mismo por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para Sí un pueblo para posesión Suya, celoso de buenas obras.

Qué buenas nuevas llevan estos versículos! Hay una continuación gloriosa a la gracia salvadora que nos justifica. La gracia que justifica (declarándonos santos ante Dios) se convierte en la gracia que nos santifica (haciéndonos cada vez más santos en la vida diaria). Es una gracia predominante e imparable que no se despide el día después de la oración de arrepentimiento del pecador. Es el poder de Dios para vencer al pecado, y un arma potente en la batalla feroz que es parte de la vida después de la luna de miel de la conversión. La conversión, como una boda, no es el final de la historia—¡es solo el principio!

 

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En estos versículos, Pablo nos muestra que la gracia salvadora se convierte en la gracia santificadora. Vamos a pasearnos por este pasaje, poniendo mucha atención, para que podamos ganar, como dice Packer: “una conciencia renovada de lo que realmente es la gracia de Dios”.

En el primer renglón de estos versículos, vemos que la gracia inicia con nuestro Salvador—quien es la encarnación de la gracia—quien aparece trayendo la gracia a los perdidos, la reconciliación a los enemigos de Dios. El milagro de Su encarnación y la magnificencia de Su expiación han hecho de la salvación una realidad. Esto es el fundamento y la fuente de la gracia. La gracia apareció en Cristo.

Solo para aclarar, la gracia salvadora y la gracia santificadora son la misma gracia. Los nombres diferentes solo indican el enfoque de la obra de la gracia, no que esté obrando un tipo de gracia diferente. De hecho, cuando lleguemos al día final veremos claramente como la vida en esta tierra fue toda de gracia, ¡la misma gracia de Dios en y por medio de Cristo, gracia sobre gracia, de principio a fin (Zacarías 4:7; Apocalipsis 22:21)! Así que, la gracia santificadora no es una gracia nueva, o una gracia cambiada. Es la gracia—la misma gracia que nos salvó—aplicada al nuevo corazón de un hijo de Dios, un corazón que ha sido cambiado por la gracia salvadora.

La gracia santificadora es buenas nuevas

Son las nuevas de que Dios nos da una gracia persistente para correr la carrera. Nos ayuda a contemplar la gracia de esta manera para mantener el delicado equilibrio del cual habla Pablo. Pablo no está diciendo que la gracia realiza cambios en nosotros contra nuestra voluntad. Tampoco está presentando la gracia como una barra energética que nos dará un empujón justo a tiempo para seguir adelante cuando nos sintamos decaídos en nuestro matrimonio. No, la gracia está constantemente obrando en nosotros, gradualmente y en incrementos, de manera que podamos correr la carrera puesta ante nosotros con paciencia y diligencia. Y una parte significativa de la carrera que correremos es nuestro matrimonio.

Piense en las áreas en que usted sabe que necesita crecer— la respuesta crítica, la autolástima, el enojo alterado y la falta de contentamiento. Dios promete otorgar la gracia persistente para ayudarle a huir de esos pecados y acabar bien. “El pecado humano es terco,” dice Cornelius Plantinga: “pero no tan tenaz como la gracia de Dios, y no tan dispuesto a sufrir para salir con la suya”. Es la gracia tenaz, persistente e implacable que nos cambia. Estas son, en verdad, buenas noticias.

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Este artículo La gracia que sostendrá tu matrimonio fue adaptado de una porción del libro Cuando pecadores dice “acepto”, publicado por Poiema Publicaciones. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace.

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Páginas 135 a la 137

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