La teología de la Reforma en las manos de un siervo - Mi homenaje a J.I. Packer

.J.I. Packer me envió una postal con fecha del 18 de diciembre de 1990, en la que escribió esta frase con su letra pequeña: “Acércate por detrás a tu esposa, susúrrale al oído “Ellis Peters, Elizabeth Peters, Andrew Greely, Ralph McInerny, William Kienzle, Charles Merrill Smith” y fíjate cómo reacciona”.

Todos estos son novelistas de misterio contemporáneos. Pero detrás de esto hay una historia.

Levantando una bandera

A finales de la década de 1980 sentí una inquietud que me surgió en la mediana edad. No se trataba de dejar a mi esposa, navegar por todo el mundo o comprar una motocicleta, sino de encontrar comunión con otros pastores de otras denominaciones que realmente valoraran la soberanía de Dios en la salvación. Pastores que atesoraran el calvinismo con “c” minúscula y un gran gozo —un “gozo indescriptible” como lo llama Pedro en 1 Pedro 1:8.

Sabía que debían existir pastores como estos en alguna parte porque se reunían pequeños grupos en las conferencias de Southern Baptist Founders y conferencias de the Banner of Truth. Pero yo quería establecer un tono especial. Un tono realmente serio —serio hasta la muerte. Realmente gozoso —gozoso con carisma. Realmente arraigado en la historia —del linaje de Lutero, Calvino, Owen, Edwards, Spurgeon, Lloyd-Jones, Packer. Ricamente contemporáneo —con las mejores y más grandes canciones de alabanza. Realmente apasionado por las misiones mundiales y los pueblos no alcanzados. Realmente enamorado de la iglesia local. Realmente valiente —listo para decir en voz alta que, “Asesinar bebés en el vientre en abominable y es verdaderamente importante que haya respeto, justicia y armonía racial”.

Esa era la bandera que yo quería ondear. Quería ver quién vendría y cantaría conmigo en ese tipo de predicación saturada de la Biblia y esa teología de la Reforma.

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Para mí, el nombre J. I. Packer representa la Teología Reformada en las manos de un siervo

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¿Cómo podía lograrlo? ¿Cómo podía ayudar a los pastores a tomarse en serio todo esto? Nadie me conocía. ¿Por qué iban a venir? Necesitaba a un conferencista que fuera conocido y respetado entre los pastores y que creyera en esa visión. Le escribí a J. I. Packer y para mi sorpresa, estuvo dispuesto a venir. Y en la primavera de 1988, dimos la primera Conferencia Bethlehem para pastores, la cual se ha seguido realizando todos los años desde entonces. Él volvió a hacer esto una y otra y otra vez para diferentes iglesias y conferencias poco conocidas. Realmente fue un siervo.

Inclinado a servir

Regresemos a los novelistas de misterio.

Cuando vino para la conferencia, Noël y yo lo invitamos a él y a los otros conferencistas a cenar en nuestra casa. Durante la conversación, surgió el tema de que a Noël le gusta leer novelas de misterio. El rostro de Packer se iluminó. “¿Quiénes son tus autores favoritos? ¿Puedo ver tu colección?” Los dos desaparecieron en la “biblioteca” de Noel. Él nunca olvidó esos buenos momentos y habló de ellos en conversaciones y en cartas durante varias décadas.

De ahí el consejo en la postal: yo podría despertar más afecto si me acercara a mi esposa por detrás y le susurrara el nombre “William Kienzle” en vez de Juan Calvino.

Así, para mí, el nombre J. I. Packer representa la Teología Reformada en las manos de un siervo. Él no buscaba presentarse a sí mismo, sino estar detrás de lo que otros soñaban. Tuvo la inteligencia para diseñar y liderar un movimiento. Pero tuvo la disposición espiritual para servir.

Un teólogo poco glamuroso

Por supuesto, existe una diferencia entre liderazgo e influencia. La influencia de muchos líderes populares ha sido efímera. Sin embargo, la producción de libros callada y constante de Packer y su trabajo detrás de bambalinas en movimientos que fueron liderados por otros han solidificado y profundizado el resurgimiento Reformado con un mayor efecto que el de muchos líderes más visibles.

Él sabía que el trabajo de un teólogo realmente no es muy glamuroso. En 1991 escribió:

Los teólogos son llamados a ser los ingenieros hidráulicos y funcionarios de alcantarillado de la iglesia. Su trabajo es asegurarse de que la verdad pura de Dios fluya abundantemente en donde se necesita y, además, de filtrar cualquier contaminación intrusiva que pueda afectar la salud. (Quest for Godliness [Buscando la santidad], 15).

En otras palabras, la teología Reformada en las manos de un siervo.

La bomba introductoria

Otro ejemplo del corazón de siervo de Packer es que estaba dispuesto a promover los proyectos de publicación de otros. Su nombre aparece en las recomendaciones de la parte trasera de tantos libros que uno se pregunta cómo tuvo tiempo de escribir los suyos. Cuando digo “promover los proyectos de publicación de otros”, tengo en mente no solo sus notas publicitarias en las tapas, sino también su contribución con prólogos y ensayos introductorios.

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Una bomba. Un cimiento. Música. Y más. Packer tocó la trompeta de la recuperación del evangelio

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En mi experiencia, uno de los textos de Packer tuvo el impacto de una bomba. En 1958, Banner of Truth reimprimió el libro de John Owen The Death of Death in the Death of Christ [La muerte de la muerte mediante la muerte de Cristo], una exposición de trescientas páginas sobre la expiación definida (o limitada) (la L en el acróstico TULIP en inglés) e invitó a Packer para que escribiera una introducción. En mi opinión, ese esfuerzo fue el trabajo de un verdadero siervo, ya que los ensayos introductorios por lo general se queman y se olvidan y solo sirven para ayudarle al lector a entrar al texto siguiente.

Pero esta vez, el influyente teólogo silencioso, modesto y poco destacado, lanzó una bomba. Esta “introducción” cobró vida por sí sola. Fue reimpresa en numerosas formas y hoy está disponible en línea gratuitamente. Digo “bomba” porque cuando fue impresa como un ensayo independiente, destruyó las paredes de la dicción difícil de John Owen y se propagó por sí sola más que en el libro de Owen.

Recuperando el evangelio

Yo considero este ensayo (para cambiar la metáfora de bombas al lenguaje de la construcción) como uno de los cimientos del resurgimiento Reformado de los últimos cincuenta años. Su ensayo no trataba principalmente de la expiación definida. Se trataba del evangelio. Y Packer argumentó que los cinco puntos del Calvinismo, con todas sus limitaciones (las cuales explica en detalle), hacen la gran labor de aclarar cómo la obra salvadora de Dios, proclamada en el evangelio, se debilita al rechazar los cinco puntos del Calvinismo histórico. Escribió,

No importa si nos hacemos llamar Calvinistas o no; lo importante es que debemos entender el evangelio bíblicamente. Pero consideramos que esto significa en realidad entenderlo como lo hace el Calvinismo histórico. La alternativa es malinterpretarlo y distorsionarlo… Los evangélicos modernos, en términos generales, han dejado de predicar el evangelio de la forma antigua y francamente admitimos que el nuevo evangelio, en lo que se desvía del antiguo, nos parece una distorsión del mensaje bíblico. (Quest for Godliness [Buscando la santidad], 137)

Y él mismo explica la distorsión:

Nuestra mente ha sido condicionada para que veamos la cruz como una redención que no redime completamente; a Cristo como un Salvador que no salva completamente; al amor de Dios como un afecto débil que no puede evitar por sí solo que alguien vaya al infierno; y a la fe como la ayuda humana que Dios necesita para Su propósito. Debido a esto, ya no somos libres para creer en el evangelio bíblico ni para predicarlo. No podemos creerlo, porque nuestros pensamientos están encerrados en los esfuerzos de la sinergia. Nos persigue la idea Arminiana de que, si la fe y la incredulidad deben ser actos responsables, tienen que ser actos independientes; por tanto, no somos libres de creer que somos salvos enteramente por la gracia divina a través de la fe, que es en sí misma un regalo de Dios y llega a nosotros desde el Calvario. En cambio, acogemos un pensamiento doble y algo desconcertante sobre la salvación, diciéndonos a nosotros mismos en un momento que todo depende de Dios y al otro momento, que todo depende de nosotros. El lío mental resultante le quita a Dios gran parte de la gloria que deberíamos darle como autor y consumador de la salvación y, además, nos quita a nosotros gran parte del consuelo que podemos encontrar en saber que Dios es por nosotros. (Quest for Godliness [Buscando la santidad], 137)

Este pequeño librillo (escrito como un ensayo de apoyo) resuena con tanta claridad, fuerza y belleza que muchos de nosotros supimos que esta era (para cambiar la metáfora una vez más) la música de nuestra patria. Sus palabras eran verdaderas. Eran bíblicas de comienzo a fin. Con esto se eliminaba de nuestra mente “confundida” la camisa de fuerza filosófica extraña que evitaba que docenas de textos no expresaran lo que realmente significan. Una bomba. Un cimiento. Música. Y más. Packer tocó la trompeta de la recuperación del evangelio.

Grande entre los hombres

No es coincidencia que, en el último cuarto de siglo, se haya visto entre los evangélicos un resurgimiento Reformado y también una multiplicación de movimientos, libros y conferencias con la bandera de “centrado en el evangelio”. Para aquellos que ven el mundo y la palabra de la misma forma en que los ve J.I. Packer, estos no son movimientos separados.

Todo esto gracias a que el humilde siervo estuvo dispuesto a escribir una “introducción” que, supuestamente, debió ser eclipsada por un gran libro. Pero el Señor Jesús nos habló de esta dinámica: “El que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor” (Mateo 20:26).

J.I. Packer fue un gran hombre. En muchas circunstancias: cuando le prestó su atención completa a las novelas de misterio de mi esposa, o cuando ayudaba a que despegaran las conferencias de pastores poco reconocidos, o cuando eliminaba las aguas negras teológicas, o cuando escribía cientos de recomendaciones de libros de otras personas, o cuando apoyó el proyecto para volver a publicar a John Owen —representó una teología Reformada en las manos de un siervo. O, como él querría que se dijera, el evangelio bíblico en las manos de un siervo.

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