¿Cuál es el trabajo apropiado para un hombre?
¿Todos los trabajos son iguales? Desde luego que no. La gente del mundo evalúa el valor de un empleo por la cantidad de dinero que paga o el prestigio que ofrece. Ciertamente, los cristianos pensarán distinto. Nuestra preocupación debería ser:
• ¿Glorifica a Dios este trabajo?
• ¿Beneficia a mi prójimo?
• ¿Me considero llamado a este trabajo, o puedo al menos hacerlo bien y disfrutarlo?
• ¿Provee para las necesidades materiales?
• ¿Me permite llevar una vida piadosa y equilibrada?
Glorificar a Dios
El Señor nos hizo y nos redimió para que pudiéramos reflejar Su imagen y servir a la causa de Su gloria. Es por esto que existimos. Debido a que nuestro trabajo es tan central a lo que somos, debemos preguntarnos si este se opone a dicho propósito al llevarnos a asociaciones o actividades que son pecaminosas. Las exigencias de mi trabajo, ¿me llevan a comprometer los estándares verdaderamente bíblicos de conducta? Un ejemplo negativo sería un empleo en ventas que implique engaño o un puesto gerencial que requiera abusar de los empleados. Una buena pregunta es: “¿Me sentiría avergonzado si mi pastor visitara mi lugar de trabajo?”.
La Biblia dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza” (Dt 6:5). Así que debemos preguntarnos: “¿Honra a Dios mi trabajo a través de la integridad y la decencia?”.
Servir a los demás
Los cristianos también deben buscar ganarse la vida creando o haciendo algo que beneficie a otras personas. Al mandato del Antiguo Testamento de amar a Dios, Jesús añadió: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22:39). Con esto en mente, no logro entender cómo un cristiano puede ganarse la vida haciendo un trabajo que no provea un beneficio real para otras personas. Un ejemplo de ello son los estafadores modernos, que deambulan ofreciendo productos que saben que son inútiles o su precio es exagerado. Otro ejemplo sería un operador diario en la bolsa de valores que dedica todas sus energías a comprar y vender sus propias acciones con fines de lucro personal sin intención de usar las ganancias para ayudar a otros. (Esto es muy distinto a los corredores de bolsa, quienes usan su conocimiento para manejar hábilmente el dinero de otros).
Existen muchísimas formas en que podemos usar nuestros dones y capacidades para el beneficio de otros. Ciertamente, como cristianos, podemos encontrar algo que hacer que beneficie a los demás mientras honramos a Dios, incluso si al final obtenemos un ingreso menor. Como dijo Jesús claramente: “No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mt 6:24).
Richard D. Philips
Este libro, aclara la confusión cultural, resalta el mandato de Dios para los hombres y anima a sus lectores a unirse en un viaje de arrepentimiento y renovación. Los hombres cristianos hoy necesitan examinar sus corazones y abrazar el mandato divino. Solo así serán capaces de reconocer su alto llamado y, por la gracia de Dios, servir con fidelidad en cualquier contexto en el que Él los ponga.
Llamado y gozo
Los apóstoles estaban especialmente llamados por Jesús a servirle, y ellos lo sabían. Pablo se describió a sí mismo de esta manera: “Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios” (Ro 1:1; ver también Hch 9:15). Los ministros del evangelio deben sentir un llamado especial por su trabajo. Los pastores y misioneros deben sentir que su trabajo tiene una designación divina —que viene tanto de la motivación interna como de la capacitación espiritual— lo cual es confirmado por la iglesia.
Las personas que ejercen otras profesiones ciertamente pueden tener una sensación similar de ser “apropiadas” para un puesto o tipo de ocupación específicos. Esto es a menudo cierto en el caso de aquellos que sirven a otros de formas muy directas: doctores y enfermeras, bomberos y agentes policiales, por ejemplo. No obstante, esta marcada sensación de llamado obviamente no es universal. Por tanto, si, como cristiano, tu empleo o carrera no ministerial parece no tener un “sello de aprobación” tangible, no es necesariamente motivo de preocupación. Para ti, puede que la pregunta simplemente sea: “Cuando hago bien este trabajo, ¿es gratificante?”. Una respuesta positiva a esa pregunta es un buen indicador de que lo que haces cumple con el mandato de Génesis 2.
Necesidades materiales
Si te encuentras en un trabajo en el que constantemente no puedes satisfacer las necesidades materiales básicas —para ti como soltero o como cabeza del hogar— con lo suficiente para ahorrar un poco y dar el diezmo a tu iglesia, tienes que hacerte dos preguntas. Primero: “¿Estoy tratando de tener un estilo de vida no realista considerando mi potencial de generación de ingresos?”. Si no te estás extralimitando en esta área ni cediendo a las poderosas y a menudo engañosas tentaciones del materialismo, entonces la segunda pregunta se vuelve muy significativa: “¿Por qué estoy tan evidentemente subempleado, y qué necesito hacer al respecto?”.
Una vida piadosa y equilibrada
Si algunos hombres están subempleados, de otros podría decirse que están sobreempleados. Estos son los hombres que están tan envueltos en sus empleos que sus vidas están regularmente desequilibradas. Como dije anteriormente, todos deberíamos esperar tener que trabajar largas horas o hacer algún viaje de negocios de vez en cuando. Pero Dios nunca espera que pasemos extensos períodos de tiempo tan consumidos por el trabajo que nos veamos obligados a descuidar nuestra familia, amigos, la vida de la iglesia o nuestro tiempo regular con Dios.
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Este artículo ¿Cuál es el trabajo apropiado para un hombre? fue adaptado de una porción del libro El mandato masculino publicado por Poiema Publicaciones. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace.
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Páginas 26 a la 29