La comparación mata el contentamiento
En el Salmo 73 Asaf compartió desde su corazón lo que muchos de nosotros como pueblo de Dios sentimos pero tenemos miedo de decir. Él estaba profundamente desalentado mientras consideraba la aparente prosperidad de los malvados entretanto que los justos sufrían problemas. Él sabía que Dios es bueno con Su pueblo (“Israel”,v. 1). Entendía que Dios bendice al puro de corazón (ver Mateo 5:8) pero estaba perplejo por las muchas dificultades que enfrentaba. Estaba tropezando y a punto de caer (Sal 73:2-3) mientras sus pensamientos le llenaban de envidia.
Razonando con su propia inteligencia y sumiéndose en la autocompasión, Asaf creyó que Dios era injusto. Los impíos no tenían problemas ni dolor; nada los molestaba. Estaban llenos de orgullo y violencia. Obtenían todo lo que querían a la fuerza y no tenían compasión. Se burlaban de Dios. Y sin embargo, todavía estaban a gusto y sus vidas eran prósperas (vv. 3-12). Asaf también habló de la futilidad de caminar en justicia:
“Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, y lavado mis manos en limpieza” (v. 13).
Esta es una acusación hiriente. Estaba diciendo que vivir una vida justa no tenía sentido. No veía ningún beneficio en tener un corazón puro ya que los malvados parecían prosperar mientras él solo sufría. Al inicio del salmo reconoció que Dios era bueno con los puros de corazón, pero de alguna manera pensaba que él era la excepción.
¿Por qué se sentía así?
Desde su perspectiva su vida era una de aflicción y de disciplina sin fin (v. 14) y tenía miedo de decir algo, creyendo que esto traicionaría a su pueblo (v. 15). Mientras siguió pensando en estas cosas, se hundió en una depresión más profunda (v. 16).
Es probable que sus palabras describen cómo te sientes. Cuando consideras las vidas de los demás en comparación con la tuya, quizá te desanimas muchísimo. Desde tu perspectiva, los demás son bendecidos pero tú estás sufriendo. Esta actitud conduce solo a una depresión más intensa, ya que la comparación mata el contentamiento. Decidir anclarnos en lo que no entendemos y compararnos con los demás producirá el fruto del descontento y la miseria.
Veamos el resto del salmo. ¿Se quedó Asaf en este estado de depresión? Gracias a Dios no. ¿De qué manera resolvió su dilema? Su enfoque cambió cuando entró al santuario (el lugar santo) de Dios. En vez de morar en la autocompasión e intentar descifrar los problemas de la vida haciendo uso de su inteligencia finita, cambió su enfoque hacia el Señor (v. 17). Es entonces cuando comprendió que el fin de los impíos es la destrucción.
Asaf describió este “fin” en los versículos 18-19:
En verdad, los has puesto en terreno resbaladizo,
y los empujas a su propia destrucción.
¡En un instante serán destruidos,
totalmente consumidos por el terror!
¡Ayuda! Quiero salir de la depresión
Carol Trahan
A veces las circunstancias de nuestras vidas son tan abrumadoras que nos ahogamos en el desespero y la depresión. Nos decimos: ¿Habrá alguna salida? Este minilibro usa ejemplos bíblicos para mostrar que aun en medio de gran sufrimiento y dificultad podemos confiar en los propósitos soberanos de Dios, responder en fe y experimentar paz y alegría.
¡Qué cambio de perspectiva! Asaf se dio cuenta que, aunque los impíos puedan gozar una gran prosperidad ahora, eso será lo mejor que tendrán. Cuando mueran, sus vidas serán “consumidas por el terror” de la eternidad. Al darse cuenta de la forma en la que había acusado a Dios de ser injusto, su corazón se rompió. Reconoció la locura de su pensamiento y se comparó con un animal (vv. 21-22). ¿Qué fue lo que sucedió que provocó semejante cambio tan drástico en el corazón de Asaf? Él pasó tiempo en la presencia de Dios y como resultado supo que Dios era soberano, santo y perfecto en todos Sus hechos.
Asaf no fue el único que reconoció esta verdad. Job también luchó grandemente con su sufrimiento. Con el tiempo acusó a Dios de no responderle y hasta de ser cruel (Job 30:19-28). Por supuesto, cuando consideramos lo que Job sufrió, ¿quién no lucharía? Cuando Dios lo enfrentó, le dijo que había “oscurecido” Su consejo por hablar sin conocimiento (38:2). Cuando nosotros, como seres humanos finitos, tratamos de averiguar la mente infinita de Dios y la razón del porqué el Señor obra como lo hace, “oscurecemos” (confundimos) Su consejo porque hablamos sin conocimiento. Los siguientes cuatro capítulos de Job (38 – 41) nos dan un vistazo fugaz de la grandeza de la majestad y del poder de Dios.
¿De qué manera respondió Job después de estar en la presencia de Dios? Él reconoció que era vil y que no podía contestar; puso su mano sobre su boca y no habló (40:3-5). Job después se dio cuenta que Dios puede hacer lo que le plazca y que nadie puede frustrar el propósito de Dios. En su necedad había hablado sin inteligencia. Después se arrepintió en polvo y ceniza (42:2-6).
Regresemos al Salmo 73. Asaf ya no estaba deprimido; todo lo contrario. Él reconoció que Dios estaba todo el tiempo con él y que lo sostenía de Su mano derecha. Dicho de otro modo, el Señor lo sostendría y lo mantendría recto; Dios lo guardaría y después lo recibiría en la gloria. Este pensamiento me recuerda a Judas 24:
¡Al único Dios, nuestro Salvador, que puede guardarlos para que no caigan, y establecerlos sin tacha y con gran alegría!
Lo que necesitaba Asaf
Todo lo que Asaf necesitaba, tanto en el cielo como en la tierra, era al Señor. Aunque su carne y su corazón desfallecieran, Dios era su fuerza y su porción para siempre (Sal 73:23-26).
Asaf terminó este salmo diciendo que los impíos serían destruidos. Él se acercaría al Señor y confiaría en Él (vv. 27-28). Esta es la decisión que nosotros debemos tomar. Cuando la vida no tenga sentido no podemos jugar el juego de la comparación o tratar de adivinarlo todo. Esto daría pie a la depresión. En cambio, nos debemos humillar en la presencia de Dios, ver con los ojos de la fe y confiar en el Señor con todo nuestro corazón (Pr 3:5-6).
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Este artículo sobre la comparación mata el contentamiento fue adaptado de una porción del libro ¡Ayuda! Quiero salir de la depresión publicado por Poiema Publicaciones.
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Páginas 31 a la 35