El corazón devoto de Juan Calvino

El corazón devoto de Juan Calvino

Aquí se nos revela el secreto de la grandeza de Calvino y la fuente de su fortaleza. Ningún hombre ha tenido un entendimiento tan profundo de Dios como él; ningún hombre se ha rendido tanto a la dirección divina como él.

— Benjamin B. Warfiel

A lo largo de su vida, Juan Calvino era consumido por una pasión suprema: la gloria de Dios. Él creía que toda la verdad revelada en las Sagradas Escrituras tenía la intención de dar a conocer la gloria de Dios y de conducir al lector a contemplar y adorar Su majestad. Asimismo, consideraba que el pecado era un ataque directo contra la majestad de Dios; cualquier motivo, pensamiento o acto contrario a la Escritura manchaba la gloria de Dios. Por tanto, Calvino consideraba que su principal labor era poner en alto el honor del nombre divino. La piedra angular de su teología, vida y ministerio era Soli Deo gloria (Solo a Dios la gloria).

Por esta razón, Calvino escribió lo siguiente en su último testamento: “Siempre he defendido fielmente lo que entendía era para la gloria de Dios”. Este era su principal objetivo. John Piper escribió: “Creo que este sería un lema apropiado para toda la vida y la obra de Juan Calvinocelo por ilustrar la gloria de Dios. El significado esencial de la vida y la predicación de Calvino es que él rescató la pasión por la realidad y majestad de Dios”.

Este compromiso con la gloria de Dios influenció fuertemente la exégesis bíblica de Calvino. Cuando estudiaba, lo hacía para contemplar la gloria de Dios. Por tanto, su preparación para el sermón no era principalmente para otros; era primordialmente para su propio corazón. Con la ayuda del Espíritu y por su firme convicción en cuanto a la autoridad bíblica, Calvino seguía fielmente a su Creador. A medida que lo hacía, el Señor lo humillaba y le daba una temerosa admiración por las excelencias de Cristo. Todas esas semanas de preparación cuidadosa para su predicación expositiva y secuencial produjeron una perspectiva bíblica de Dios que mantenía el corazón y la mente de Calvino en su Redentor.

Debido a que un sermón es un reflejo de la vida del predicador, el hombre de Dios debe preparar bien su corazón. Dado el compromiso de Calvino con la gloria de Dios, ¿cómo nutría él su mente con las Escrituras? ¿Cómo cultivaba su corazón delante de Dios? ¿Cuáles eran los compromisos que alentaban su inquebrantable determinación a estar casi siempre en el púlpito?

El genio expositivo de Juan Calvino

El genio expositivo de Juan Calvino

Steven Lawson

Juan Calvino fue muchas cosas: líder de la Reforma protestante, teólogo, maestro, comentarista bíblico y mucho más. Pero sobre todas estas cosas, el Dr. Steven J. Lawson argumenta que Calvino fue un predicador, y que él mismo se dio a ese rol más que a cualquier otro durante más de veinticinco años como pastor en Ginebra, Suiza.

Un corazón devoto

Calvino no solo creía que la mente tenía que estar llena de la verdad de la Palabra, sino que el corazón tenía que estar dedicado a la piedad. Desde la perspectiva de Calvino, simplemente no existía un ministro no santificado. El éxito del predicador dependía de la profundidad de su santidad. En público o en privado, en su estudio o en la calle, el hombre de Dios debe apartarse de su pecado y buscar la piedad. Calvino recalcó que “el llamado de Dios va acompañado de un llamado a la santidad”. Por esta razón, él creía que el pastor debía vigilar cuidadosamente su vida y su doctrina. El hombre de Dios debe cultivar una alta perspectiva de Dios y temblar ante Su Palabra. Calvino escribió: “Ningún hombre puede manejar adecuadamente la doctrina de la piedad, a menos que el temor de Dios reine… en él”.

Calvino era un hombre verdaderamente temeroso de Dios, y su asombro reverente por Dios purificaba su devoción a Dios. El rechazo que experimentó durante su exilio de Ginebra (1538-1541) solo sirvió para profundizar su impulso por conocer y servir a Dios. Cuando el Concilio de la ciudad de Ginebra rescindió su exilio y lo llamó a regresar, él escribió a William Farel: “Debido a que sé que no soy mi propio amo, ofrezco mi corazón como un verdadero sacrifico al Señor”. Esta expresión de la devoción de su corazón hacia Dios se convirtió en el lema personal y el emblema del Reformador de Ginebra. En su sello personal, el emblema era un par de manos humanas ofreciéndole un corazón a Dios. La inscripción decía: Cor meum tibi offero, Domine, prompte et sincere (mi corazón te ofrezco, oh Señor, pronta y sinceramente). Las palabras pronta y sinceramente describen adecuadamente cómo Calvino estaba convencido de que tenía que vivir delante de Dios, con una completa devoción a Él.

Para mantener su compromiso, Calvino siempre avivaba las llamas de su alma por medio de una actitud de devoción y oración. Él confesó: “Dos cosas están unidas: la enseñanza y la oración; Dios quiere que aquel a quien Él ha enviado a enseñar a su iglesia esté dedicado a la oración”. La predicación, la enseñanza, el pastoreo y la escritura de Calvino —durante toda su vida y todo su ministerio— siempre estuvieron inseparablemente ligados a la oración ferviente. Gracias a su piedad, no era dominado por la tiranía y el peso de muchos de los asuntos que tuvo que enfrentar.

Según Calvino, tal piedad era absolutamente necesaria para el predicador de la Palabra de Dios. Entendía que un predicador no debía “hablar tanto con la boca, sino con las disposiciones del corazón”. Estaba convencido de que el hombre de Dios y su mensaje eran inseparables. Él escribió: “Ningún hombre está capacitado para enseñar en la iglesia, salvo aquel que… se someta a sí mismo… para ser un discípulo junto a los demás hombres”. Para Calvino, “la doctrina sin celo es como una espada en manos de un loco, o… sirve solo para la jactancia vana y perversa”. En otras palabras, la luz de la verdad debe producir una devoción a Dios. Comprender este aspecto de Calvino es crucial para entender correctamente su predicación.
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Este artículo El corazón devoto de Juan Calvino fue adaptado de una porción del libro El genio expositivo de Juan Calvino, publicado por Poiema Publicaciones. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace.

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Páginas 31 a la 36

 

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