¿Cuál es el mensaje de la resurrección de Lázaro?
Los registros del ministerio de Jesús en los Evangelios solo nos hablan de tres personas a las que él levantó de los muertos, si bien pudieron ser más (Mateo 11:4-5). Solo la hija de Jairo y el hijo de la viuda de Naín aparecen en los tres primeros Evangelios. Estos son sucesos maravillosos, pero no se presentan como momentos decisivos en el ministerio de Jesús.
En contraste, cuando Juan describe la resurrección de Lázaro (el único caso de este tipo que él registra), se pone de relieve el significado crucial del suceso: “Esta enfermedad no es de muerte, sino que es para la gloria de Dios y para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella” (Juan 11:4).
En efecto, Jesús retrasó su visita a Betania porque la muerte y restauración de Lázaro eran elementos integrales en el camino a su glorificación, lo cual, en Juan, ocurre por medio de su muerte (12:23). Es significativo que la resucitación de Lázaro está delimitada por la profecía involuntaria de Tomás sobre la muerte de Jesús (11:16) y los complots tramados en el Sanedrín para llevarla a cabo (11:45-47; 12:9-11).
La resucitación de Lázaro es el séptimo y último milagro en el “Libro de las señales” de Juan (Juan 1-12). Este suceso señala el clímax al que todo ha conducido. Apunta al milagro último del “Libro de la gloria” (Juan 13-21), es decir, la resurrección de nuestro Señor, Dios, y Salvador (Juan 20:31).
¿Qué nos enseña acerca de él?
Verdadera humanidad
Aquí avistamos la verdadera y profunda humanidad de Jesús. A menudo se atrae la atención hacia las palabras del verso más corto de la Biblia: “Jesús lloró” (11:35). Esas lágrimas revelan un terremoto de emociones en el corazón de Jesús. “Se estremeció en espíritu y se conmovió” (11:33 RV95) es una traducción correcta pero apenas adecuada de palabras que expresan la profunda conmoción e ira de nuestro Señor frente al reinado de pecado y muerte de Satanás.
La condición sin pecado de Jesús no debiera equipararse a la carencia de emociones. Lo contrario está más cercano a la verdad. Su santa humanidad experimentó cimas y profundidades de emoción desconocida para la humanidad pecadora. Al ver la necesidad humana con perfecta claridad, Jesús la sintió con inigualable intensidad. En comparación, nuestros sentidos están adormecidos. De este modo, la crisis de la muerte de Lázaro —a quien Jesús amaba— se convirtió en la ocasión para una aun mayor revelación de la sensibilidad de la santa humanidad de nuestro Señor (Hebreos 2:10-11, 14-18; 4:14-16).
¿Qué hizo Jesús por Lázaro?
Jesús también revela su poder para dar vida a los muertos. A una sola orden, “Lázaro, ven fuera” (11:43), él levantó a su amigo muerto.
Es fascinante observar que nuestro Señor realizó esto por dos medios: la oración y su palabra (vv. 41.43). Él es el profeta al estilo de Ezequiel que les habla tanto a los huesos como a los espíritus de aquellos que han caído presa de la maldición del pecado. Él confiere nueva vida a los muertos. Lo que los profetas de Dios realizaron espiritualmente, el Profeta de Dios lo hizo en forma totalmente literal y física.
Aquí, el énfasis en la oración no debiera pasar inadvertido —los apóstoles ciertamente lo captaron (Hechos 6:4). Además, se ilustra un patrón característico de la permanente actividad de Cristo como dador de nueva vida: la resurrección llega por su palabra hablada.
Sinclair Ferguson
Con mente de teólogo y corazón de pastor, el doctor Ferguson ayuda a los creyentes a alcanzar un mejor entendimiento de su Salvador y Señor, y luego les muestra cómo deben vivir la fe cristiana día a día. Estos cincuenta breves capítulos de Solo en Cristo son un paquete lleno de carbones de verdades bíblicas que avivarán la llama del amor cristiano por el Salvador.
Esto a menudo ha ofuscado a los teólogos. El don de nueva vida es un acto soberano de Dios. Es de carácter monergista, no sinergista. Solo Dios es el agente; nosotros no cooperamos en la recepción de la nueva vida. Sin embargo, según la Escritura, es por medio de la Palabra de Dios que recibimos esta nueva vida (Santiago 1:18; 1 Pedro 1:23).
Pregunta: ¿El uso instrumental de la Palabra (a la que respondemos activamente) seguramente implica una actividad de parte nuestra? ¿No contribuimos algo, en este sentido, para nacer de nuevo?
Respuesta: No más que la orden de Jesús implica que Lázaro contribuye energía vital a su propia resurrección. Lázaro sale de la tumba porque Jesús lo levanta de los muertos, no a fin de que pudiera ser levantado de los muertos. En él se cumplen las palabras de nuestro Señor: “De cierto, de cierto les digo: La hora viene, y ya llegó, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan vivirán” (Juan 5:25). Cuando la oración al Padre y la orden a los muertos vienen de labios de Jesús, su voz abre oídos sordos y levanta a los muertos.
Lo que entonces era verdad lo sigue siendo ahora (razón por la que nos unimos a la oración y la predicación), y lo seguirá siendo hasta el final, cuando por su poderosa orden Cristo levante una vez más a los muertos (1 Tesalonicenses 4:16). En un puro monergismo, él llamó a las galaxias a existencia, y de igual manera da vida a los muertos (Romanos 4:17).
¿Qué significan las palabras Yo soy la resurrección y la vida?
Aquí también hay un atisbo del propósito de Jesús de consumar su reino. El Evangelio de Juan se refiere a los milagros de Jesús como “señales”. Las “señales” a menudo son representaciones en miniatura, incluso codificadas, de la realidad a la que apuntan. Eso es lo que hacen aquí. Por un momento, Jesús, la Luz del Mundo (Juan 8:12; 1:5), brilla de una forma que irresistiblemente vence la oscuridad del mundo, y dice “esto es lo que soy y esto es lo que haré”.
Un día Cristo regresará en la plena gloria del poder de su resurrección.
La luz estará encendida permanentemente. El Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo estará presente en el cielo y tierra nuevos como su lumbrera. No habrá necesidad de sol ni de luna (Apocalipsis 21:23). Así como él será la Vida, también será la Luz del nuevo mundo.
“Jesús le dijo: ‘Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá… ¿Crees esto?’” (Juan 11:25-26).
Bueno, ¿lo crees tú?
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Este artículo sobre la resurrección de Lázaro fue adaptado de una porción del libro Solo en Cristo, publicado por Poiema Publicaciones. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace.
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Páginas 71 a la 74