Los 4 objetivos de la adoración por John Owen

Los 4 objetivos de la adoración por John Owen

Como puritano, la doctrina de Owen de la suficiencia de la Palabra para la adoración no era un ejercicio meramente intelectual, sino uno con el propósito de efectuar un cambio en las iglesias de Inglaterra y evocar devoción en los corazones de los creyentes. En A Brief Instruction, enseñó que el creyente debía tener varios objetivos en la adoración.

Santificar el nombre de Dios

Los creyentes debían reverenciar la autoridad soberana del Señor como Dios. Esta reverencia debía provenir de la consideración de que Dios ha designado Su adoración en Su Palabra y debe guiarlo a la sumisión y no a una adoración que consiste en la adherencia a formas, costumbres o preceptos de hombres.[1]

Otra razón por la cual el nombre de Dios debe ser santificado es que donde Él ha mandado adoración allí ha puesto Su presencia especial. Dios dio “promesas benditas a Su pueblo, para darles Su presencia y para bendecirlos al hacer uso de” Sus ordenanzas (Brief Instruction, P.15). Continuó usando el simbolismo del matrimonio para describir esta presencia especial y sus bendiciones, puesto que las ordenanzas de la adoración eran las “señales de la relación matrimonial que está entre Él y ellos”. La obediencia del creyente a las ordenanzas de Dios es parte del “pacto conyugal” que Él ha hecho con él en Cristo. Cuando viene a la adoración muestra que está casado con Cristo, pero cuando descuida Su adoración o la profana “con [sus] propias invenciones o adiciones”, comete “deslealtad espiritual, fornicación y adulterio, lo cual aborrece Su alma, por lo cual desechará a cualquier iglesia o persona para siempre”.

Los creyentes también santifican el nombre de Dios al ejercer fe en las promesas que Él anexó a Sus ordenanzas. La fe era necesaria. Owen se extendió a la teología reformada sacramental para explicar “la relación sagrada que, por virtud de la institución divina, existe entre los elementos sacramentales y las gracias especiales del pacto que exhiben y confirman; y la mezcla de estas promesas con la fe”. Los cristianos también santifican el nombre de Dios deleitándose en Su “voluntad, sabiduría, amor y gracia” según se han manifestado en las ordenanzas del Evangelio. Este deleite no debe ser una “autocomplacencia carnal” o una “satisfacción de modos o maneras externas del ejercicio de la adoración divina”. Aquí Owen procuró eliminar cualquier idea de que la adoración era para placer personal, ya sea sirviendo a las emociones o incluso a los ojos, tales como en las misas romanas o las ceremonias asociadas con el Libro Oración Común. Más bien, deleitarse en la adoración santifica el nombre de Dios cuando los creyentes se involucran en la “contemplación de la voluntad, sabiduría, gracias y condescendencia de Dios” que se complació “en Su voluntad y gracia soberana, en manifestarse a unas pobres criaturas pecadoras como nosotros, en condescender a nuestra debilidad, en comunicar Su persona a nosotros, en alentar y acercar nuestras almas a Él, y en darnos demostraciones de Sus tratos misericordiosos con nosotros en Cristo Jesús”.

Por último, perseverar en la obediencia de las ordenanzas de Dios santifica el nombre de Dios. El corazón pastoral de Owen se puede ver en este punto. La perseverancia era necesaria en los tiempos en los que los congregacionalistas vivieron. Siguieron la adoración pura de Dios y fueron perseguidos por su causa y fueron tentados a volverse a un camino más fácil. Los que perseveraron como Antipas (Ap. 2:13), llevaron sus cruces (Mt. 10:38–39) y se aferraron a lo que habían hecho, recibiría su “galardón completo” (2 Juan 8).

Tener una profesión de Cristo como Señor

El término “tener” era usado por los puritanos para hablar de una apropiación personal de las promesas del Evangelio que Dios había hecho, para hacerlas suyas. Los creyentes “tenían” o abrazaban sus profesiones cuando se sujetaban a Cristo observando Sus ordenanzas evangélicas. Esta profesión, “tan abusada y malinterpretada en el mundo, consiste en la observancia de Sus mandamientos”. Puesto que Él es Señor de la iglesia y las instituciones de adoración “son Sus mandamientos más especiales”, la obediencia de los creyentes es una profesión de Su señorío y su sujeción a Él. En The Duties of Pastors and People Distinguished (Los deberes de los pastores y el del pueblo diferenciados), Owen contrastó la sumisión sincera de los creyentes con la de los que profesan falsamente de una manera sorprendente. Dijo: “Hay muchos Uzas entre nosotros, que tienen una comezón por tocar el arca”. Estos, dijo Owen, quieren la adoración a su manera. Aunque advirtió que ninguno “bajo una pretensión de libertad cristiana de conciencia, debe desechar toda amistad cristiana y alejarse de la comunión de la iglesia”. Consiguientemente, para Owen la sumisión a los mandamientos de Dios en la adoración era una marca de verdadera piedad.

Una teología puritana

Una teología puritana

Joel Beeke & Mark Jones

Una Teología Puritana: Doctrina para la Vida ofrece una exposición innovadora de la enseñanza de los puritanos sobre la mayoría de las principales doctrinas reformadas, en particular aquellas doctrinas en las que los puritanos hicieron contribuciones significativas.

La edificación de la fe

Al observar las instituciones de Cristo, Dios edifica la fe de Su pueblo (Brief Instruction, P. 10). Más adelante en el tratado, dice que la verdadera devoción es el efecto de la fe—la fe en los preceptos y promesas de Dios—. Este es un punto crucial. Las instituciones de Dios edifican la fe solo cuando se usan en fe. Al contrario, no se puede poner verdadera fe en adiciones humanas a la adoración que no tienen autoridad en la Palabra de Dios y consiguientemente no pueden edificar una fe y una devoción verdaderas. Owen evidencia claramente que creyó que las instituciones de la adoración evangélica son causas instrumentales de edificación. Dijo “en y por ellas” la fe de los creyentes era edificada. Aunque la causa eficiente estaba “en el ejercicio de esa comunión con Dios en Cristo Jesús, que, al ser observada debidamente, nos invita y admite misericordiosamente”. Como continuó diciendo Owen, toda la eficacia de estas instituciones dependen de Dios mismo.

El amor mutuo y la comunión entre los creyentes

Las ordenanzas de Dios logran esto por dos razones. En primer lugar, en su designación para este propósito: por ejemplo, el hecho de que la Cena del Señor tiene el objetivo de unir a los creyentes como un pan. En segundo lugar, por su naturaleza traen a los creyentes a la comunión con cada persona de la santa Trinidad.

Los creyentes deben estar interesados en adorar según lo que dice la Palabra (Brief Instruction, P. 12). Esto quiere decir observar todo lo que el Señor ha mandado (cf. Mt. 28:18- 20), puesto que “somos Sus amigos y discípulos, guardaremos Sus mandamientos”. Owen sacó una lección de su propia época de los días de la Reforma, diciendo que a pesar “de la contaminación de todas las ordenanzas del Evangelio, bajo la apostasía anticristiana, el templo y el altar han de ser medidos nuevamente (Ap. 11:1) y el tabernáculo de Dios habría de ser levantado entre los hombres (Ap 21:3)”. Consiguientemente, cada miembro de la iglesia de Cristo debe “escudriñar las Escrituras, para indagar en la mente de Cristo y para encontrar cualquier cosa que Él ha designado o requerido de Sus discípulos y con sus mentes y corazones preparados para observar debidamente cualquier cosa que sea descubierta como Su voluntad”. Al comentar en Hebreos 8:3,“Porque todo sumo sacerdote está constituido”, Owen habló del requisito de la adoración según la Palabra en términos negativos: “Cualquiera que se compromete a cualquier cosa en la religión o la adoración divina sin [la ordenación o designación de Dios], además de ella, más allá de ella, es un transgresor y por lo tanto adora a Dios en vano. Aquel a quien Dios no ordena en Su servicio, es un intruso; y aquello que no es designado es usurpación. Tampoco aceptará deber alguno, sino aquel que Él mismo ha hecho”. La adoración a Dios es un asunto serio para el creyente, puesto que por el ofrecimiento de la adoración según la Palabra de Dios, será aceptado; pero la adoración contraria a la Palabra hará que sea rechazado.

Owen también rogó a los cristianos sinceros que fueran consientes de que estaban viviendo en los últimos días y que respondieran apropiadamente en adoración. Su expectación escatológica se encuentra no solo en su tratado de después de la matanza, A Brief Instruction, sino también en sus tratados antes de la matanza. Como demostró Jeffrey Jue, esta comprensión escatológica impregnaba la era de los puritanos y era una expectativa continua aun después del Acta de Uniformidad y la Gran Expulsión del día de San Bartolomé de 1662. Como ejemplo, en The Duties of Pastors and People Distinguished (Los deberes de los pastores y el del pueblo diferenciados), el prefacio de Owen comenzó con estas palabras: “El reloj de arena de nuestras vidas parece mantener su paso con la extremidad del tiempo. El fin de esos ‘fines del mundo’ que comenzaron con el Evangelio están sin duda viniendo sobre nosotros (…) Mucha arena no puede quedar, y Cristo sigue agitando el reloj; puede que no le queden muchos minutos a esta hora”. Nuevamente, sus expectativas del fin de los tiempos pueden verse en el título de su sermón de 1649 ante el parlamento:“La agitación y traslación del cielo y la tierra”.

Owen habló de la relación entre la escatología y la adoración, diciendo, “La gran apostasía de la iglesia en los últimos días…consiste principalmente en falsa adoración y en el alejamiento de las instituciones de Cristo—Ap. 13:4-5; 17:1-5—” (Brief Instruction, P. 16). En su tratado de 1676 The Nature of Apostasy from the Profession of the Gospel and the Punishment of Apostates Declared (La naturaleza de la apostasía en la profesión del Evangelio y el castigo de los apostatas declarados), habló de la apostasía en la adoración evangélica como “la gran deserción presagiada por nuestro apóstol (2 Tes. 2:3–12) de la cual también se profetiza en Apocalipsis y también ocurrió”. Sucedió porque los hombres perdieron su fe en el Evangelio. Esto llevó a Satanás en su astucia a hacer que los hombres “introdujeran adoración carnal, visible y pomposa, ajustada a la luz y el principio por los cuales era ejecutada”. En A Brief Instruction, describió esta falsa adoración como “fornicación” e “idolatría” que consistía en el “adulterio de la adoración a Dios y la admisión de adoración falsa, e inventada”. Por esta razón, dijo: “consiguientemente, es fácil entender cuán preocupante es para nosotros, especialmente en estos últimos días”.

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Este artículo Los 4 objetivos de la adoración por John Owen fue adaptado de una porción del libro Una teología puritana, publicado por Poiema Publicaciones. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace. Las notas al pie que no se incluyeron en este artículo son referenciales y no explicativas.

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Páginas 751 a la 755

[1] Owen vio esta presencia especial y la bendición que viene, nuevamente, de toda la Escritura, en el tabernáculo del antiguo pacto y en Cristo en el nuevo pacto.

 

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