Esperanza en medio del desempleo

Esperanza en medio del desempleo

Un reto complicado que podemos enfrentar en nuestro trabajo es el desempleo. Puede deberse a circunstancias económicas generales, a nuestra propia falta de productividad o a que simplemente no encajamos en nuestro último lugar de trabajo. Podemos encontrarnos sin trabajo porque renunciamos, porque nos despidieron o sencillamente porque tenían que hacer reducción de personal en nuestra empresa. Cualquiera que haya sido el motivo, esto tiene un impacto inmediato en nuestro bienestar emocional y financiero. Nuestro trabajo a menudo está estrechamente ligado a nuestro sentido de autoestima, y cuando nuestro trabajo desaparece podemos sentirnos muy inútiles y dudar de nosotros mismos. El miedo y la preocupación pueden quitarnos una buena noche de sueño. También podemos encontrarnos en un agujero negro de amargura y desaliento. Incluso podemos culpar a Dios por lo que nos ha sucedido. Si estamos desempleados, ¿cómo lo aprovechamos al máximo?

AVANZAR

Aunque mirar hacia atrás y evaluar lo que podemos aprender de nuestras experiencias laborales pasadas puede ser útil, nuestra energía primaria debe centrarse en navegar sabiamente por el camino que nos queda por delante. Podemos confiar en el Dios soberano que controla nuestras vidas y circunstancias, y en que Él mismo nos guiará y nos proveerá mientras caminemos en fe. Escribiéndole a los creyentes en Roma, Pablo les recuerda la misericordia de Dios y les da una promesa firme para que anclen sus vidas en ella: “Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito” (Ro 8:28).

Poniendo nuestra confianza en Dios y en Sus promesas, podemos tomar medidas para avanzar. En primer lugar, crea un horario para tu vida parecido al de un trabajo cualquiera. En muchos casos, conseguir un empleo es un trabajo a tiempo completo en sí mismo, así que estructura tu día y tu semana de manera que te rinda el tiempo. Debes manejarte de la misma forma en que lo harías en un contexto de trabajo a tiempo completo. En segundo lugar, entra en un ritmo de vida disciplinado que incluya una buena alimentación, hábitos de ejercicio físico y actividades para tu formación espiritual. Aunque seguramente tengas algunas limitaciones económicas, también debes incluir algunos momentos de diversión y oportunidades para recrearte. Busca oportunidades de voluntariado y ayuda a los demás. Tal vez puedas dedicarle un par de horas a la semana a un voluntariado en algún proyecto de ayuda humanitaria, ayudar a los hambrientos e indigentes en tu ciudad, o servir a tu iglesia local de alguna manera. En tercer lugar, no dejes de hacer ajustes financieros prácticos en tu presupuesto que sean prudentes con tu reducción de ingresos. En muchos casos esto significará una reducción significativa de tus gastos y te dará la oportunidad de experimentar un estilo de vida más simple. De ser posible, evita endeudarte con tarjetas de crédito o algo por el estilo. En cuarto lugar, busca un grupo de apoyo de otras personas que también estén buscando empleo. No solo te animarás al saber que no eres el único enfrentando los desafíos del desempleo, sino que a menudo también surgen nuevas amistades y nuevas ideas que te ayudarán en la búsqueda de un trabajo. Por último, sal de tu casa y reúnete con el mayor número posible de personas que puedan abrirte alguna puerta o ampliar tu red laboral. Ora con fervor. Haz lo que te corresponde. Amplía tus redes. Toma la iniciativa. Sigue preguntando, sigue llamando, sigue buscando, y una puerta se abrirá.

BUSCANDO NUEVAS OPORTUNIDADES

Como pastor me relaciono regularmente con muchos de los que se enfrentan al desempleo inesperado. A pesar de que es un momento difícil en la vida, a menudo veo que también es un momento positivo de crecimiento espiritual y personal. Muchas veces se presentan nuevas ideas de trabajo y nuevas oportunidades que nunca antes habían considerado. Un período de desempleo nos ofrece un tiempo único para la evaluación personal y para explorar otras carreras, algo que casi nunca es posible mientras se trabaja a tiempo completo. Dios a menudo permite que una puerta se cierre con el fin de guiarnos a otra puerta abierta que encaja mejor con nuestro llamado vocacional.

MANTENIENDO LA ESPERANZA

Cualquier período prolongado de desempleo puede ser muy estresante y difícil. Puede fácilmente llevarnos al desánimo y al aislamiento. ¿Qué hacemos cuando parecen estar apagándose la llama de la esperanza en nuestros corazones? Memorizar y meditar en la Palabra de Dios aviva esa llama. Como pastor, a menudo escribo una receta para los que vienen a mí buscando mantenerse esperanzados en medio de tiempos oscuros. Les escribo una porción de la Escritura en una hoja de papel, la cual deben memorizar y meditar en ella tres veces al día. Mi receta principal para tener una esperanza desbordante es el Salmo 121. Te lo recomiendo.

A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda?

Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra.

No permitirá que tu pie resbale; jamás duerme el que te cuida.

Jamás duerme ni se adormece el que cuida de Israel.

El Señor es quien te cuida,
el Señor es tu sombra protectora.

De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche.

El Señor te protegerá;
de todo mal protegerá tu vida.

El Señor te cuidará
en el hogar y en el camino, desde ahora y para siempre.

Extraído del libro Trabajo y Redención.

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