Tú y yo estamos diseñados incompletos

Tú y yo estamos diseñados incompletos

En todo el relato de la creación de la Biblia, leemos que lo que Dios había creado “era bueno”. Habiéndolo hecho todo Él mismo, Dios estaba complacido con todo lo que vio, declarando siete veces en Génesis 1 que era “bueno” o “muy bueno”. Sin embargo, de repente vemos que Dios descubrió algo que no era tan bueno como debería ser. Qué cosa tan extraordinaria. Dios miró a Su creación y declaró que necesitaba una mejora. ¿Qué estaba mal? No fue un defecto en el diseño de la creación de Dios, tampoco un error o un fracaso de Su parte, sino algo que estaba incompleto. Dios miró el pináculo de Su creación, el hombre que llevaba Su imagen, y declaró: “No es bueno que el hombre esté solo” (Gn 2:18, énfasis agregado).

Aquí es donde comienza la enseñanza de la Biblia sobre el matrimonio, con la necesidad del hombre de una pareja. Dios miró a Adán en el huerto, lo vio solo y dijo: “Esto no es bueno”. Dios dice lo mismo sobre los hombres adultos solteros de hoy. Él mira sus apartamentos y refrigeradores y suspira: “No es bueno”. Más importante aún, Dios mira nuestros corazones y nuestros caracteres, y dice: “He hecho al hombre para que esté en una relación con una mujer. Esto no funciona muy bien cuando un hombre permanece soltero”. Mi punto no es reprender a los hombres adultos que no están casados, sino simplemente señalar la verdad de la Palabra de Dios. Cuando se trata del bienestar físico, emocional, espiritual y sexual de un hombre, no es bueno para él estar solo.

Tras hacer esta observación, Dios inmediatamente comenzó́ a convertir este “no es bueno” en un “muy bueno” para Adán. Pero primero Dios observa. Leemos esto:

Y el Señor Dios formó de la tierra todo animal del campo y toda ave del cielo, y los trajo al hombre para ver cómo los llamaría; y como el hombre llamó a cada ser viviente, ese fue su nombre. Y el hombre puso nombre a todo ganado y a las aves del cielo y a toda bestia del campo, mas para Adán no se encontró́ una ayuda que fuera idónea para él (Gn 2:19-20).

Qué experiencia debe haber sido para Adán. Cada tipo de criatura fue exhibida ante él para su inspección y denominación (ejerciendo su señorío sobre ellos). Podemos imaginarlo montando el primer caballo, luchando con el primer león, nadando con el primer delfín y (lo mejor de todo, por supuesto) jugando con el primer perro. Para nombrarlos, Adán necesitaba estudiarlos y, basándose en su experiencia personal, declaró los sonidos que irían con cada tipo de criatura. Qué emoción debe haber sido esto. Sin embargo, según el Señor, en cierto sentido el ejercicio fue un fracaso masivo: “Mas para Adán no se encontró una ayuda que fuera idónea para él” (Gn 2:20).

El mandato masculino

El mandato masculino

Richard D. Philips

Este libro, aclara la confusión cultural, resalta el mandato de Dios para los hombres y anima a sus lectores a unirse en un viaje de arrepentimiento y renovación. Los hombres cristianos hoy necesitan examinar sus corazones y abrazar el mandato divino. Solo así serán capaces de reconocer su alto llamado y, por la gracia de Dios, servir con fidelidad en cualquier contexto en el que Él los ponga.

Esta declaración hace una observación esencial que todo hombre necesita tomar en serio: tú y yo estamos diseñados incompletos. Los hombres están creados por Dios no para permanecer aislados sino con necesidad de compañía y la única compañía que cumple la intención de Dios en nuestras vidas es una mujer. No encontramos plenitud solamente a través de nuestro trabajo, por importante que sea el trabajo de un hombre. No somos completos a través de nuestras amistades masculinas, por grandioso que sea el “pasar el rato con los chicos”. Un perro puede proporcionar cierto tipo de compañía (escribo estas palabras con mi labrador acurrucado a mis pies), pero un perro no puede ser el verdadero compañero de ningún hombre. Decimos que un perro es el “mejor amigo del hombre”, pero Dios no lo cree así. La única forma en que un hombre puede tener comunión con un perro es agachándose al nivel del perro, lo cual está bien en ocasiones, pero no como la regla básica en la vida de un hombre. Dios tiene la intención de que el hombre tenga una pareja que lleve la imagen de Dios junto con el hombre y que con el hombre pueda mirar hacia Dios y vivir para Él.

También hay un punto importante que debemos observar en la manera que Dios usa la palabra ayuda. Una esposa es, de hecho, la mejor compañera posible para un hombre, pero Dios no llamó a Eva una “compañera” de Adán porque eso sugeriría que el propósito principal de la humanidad en esta tierra es el compañerismo y el cumplimiento relacional. De igual modo, una esposa está diseñada de manera clara y única para ser una pareja para el hombre, pero Dios no llamó a Eva una “pareja” para Adán porque eso sugeriría que nuestro propósito principal es la procreación y el placer sexual. Dios dijo que Adán necesitaba una “ayuda” porque pone el énfasis principal en el mandato compartido de cultivar y cuidar la creación de Dios bajo el liderazgo del hombre. Una esposa está llamada a ayudar a su esposo en esta gran y gloriosa tarea de innumerables maneras: disfrutando del compañerismo y la satisfacción relacional como su acompañante, disfrutando del placer sexual y teniendo hijos como su compañera, y así sucesivamente. Pero todo viene bajo el título de “ayuda”, que se trata esencialmente del funcionamiento y mantenimiento de la creación de Dios. 

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Este artículo Tú y yo estamos diseñados incompletos fue adaptado de una porción del libro El mandato masculino publicado por Poiema Publicaciones. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace. 

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Páginas 71 a la 73

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