Cómo saber dónde marcar el límite

¿Cómo saber dónde marcar el límite?

Rechazar la comida de una dieta especial asignada parece un lugar extraño para que Daniel y otros exiliados judíos marcaran un límite. Sin embargo, en el Antiguo Testamento, una de las características distintivas del pueblo de Dios eran las reglas que seguían sobre qué podían comer y beber. La elección dietética del pueblo de Dios no fue una manifestación externa sin trasfondo, sino la representación externa de sus profundas convicciones sobre lo que significa pertenecer a Dios.

Debido al lugar donde se encontraban, lo que hacían y los nombres que ahora tenían estos jóvenes, la dieta era su última conexión con sus raíces y fe judías. Así que Daniel dijo: “Puedo hacer esto, puedo acoplarme a ciertas cosas, pero no puedo ir más allá. Puse un límite y no lo cruzaré. Aquí me quedaré firme”.

Sé resuelto, no detestable

No tomes a Daniel y a sus amigos como agitadores que todo el tiempo estaban molestos. No confundas a una persona piadosa con una persona detestable.

No, Daniel disfrutaba de “favor y gracia ante el jefe de oficiales” (Dn 1:9). Después, cuando estaban delante del rey, eran por mucho los más sabios y perspicaces de sus compañeros; incluso comparados con los que habían nacido en la élite de Babilonia (vv. 19-20). Eran inteligentes, trabajadores y de buen parecer. Prestaban atención, eran puntuales y buenos estudiantes. Y, aun así, había un punto del que no estaban dispuestos a pasar.

Había algo fundamental para ellos y, por lo tanto, tenían un compromiso; por eso, se tomaron esta postura y se arriesgaron a las consecuencias del descontento del rey (que solían ser fatales).

La crisis revela nuestro interior

Esta clase de compromiso no sucede por capricho; no surge de un día para otro; no brota en el momento de prueba. La crisis revela el interior de la persona; no lo crea, solamente lo revela. Y, tan pronto como estos hombres llegan a este punto, están listos para decir: “No, no cederemos”.

No permitas que la distancia de su época, cultura y geografía te ciegue a la magnitud de su decisión.

Piensa en lo que los exiliados se sintieron tentados a decir: Estamos muy lejos de Jerusalén. Las cosas aquí son diferentes. Los tiempos han cambiado. Los vientos dominantes se han vuelto demasiado fuertes para resistirlos y, en todo caso, no serviría de nada hacerlo. Estamos aquí en Babilonia y tenemos que lograr el mejor éxito que podamos en nuestra vida aquí. Todas las cosas que nuestros padres nos insistieron realmente no importan tanto, ¿verdad? (No creas que esa manera de pensar está confinada a la antigua historia judía. Está viva y activa en cada generación, y no menos en el mundo evangélico contemporáneo).

Daniel, Ananías, Misael y Azarías rehusaron ver las cosas así. Un pez muerto flota con la corriente; es necesario un pez vivo para nadar contra ella. Y ellos nadarían contra la corriente. Ellos habían marcado sus límites; sabían dónde estaban esos límites, y no los cruzarían.

Encuentra fortaleza en la soberanía de Dios

¿Por qué estos cuatro hombres estuvieron dispuestos y lograron conocer su límite, mantenerse firmes y rehusaron cruzarlo cuando estaban bajo una presión que la mayoría de nosotros solo puede imaginar? Debido a lo que sabían sobre Dios.

Tres veces en el capítulo inicial del libro de Daniel, se nos dice que “El Señor / Dios entregó / concedió”, y estas palabras son clave para entender el capítulo. Dios está en control. Él está en control de los grandes eventos geopolíticos; la invasión y victoria de los babilonios sucedió porque Dios entregó esa victoria a Nabucodonosor.

El Dios que les había concedido grandes bendiciones en la historia de Judá, y en su vida, también era el Dios que había concedido la victoria a quienes les sitiaron. Dios fue el responsable del destierro de Su pueblo; Dios fue el responsable de la destrucción de Su templo. Nabucodonosor se adjudicaría el crédito, pero el Señor fue quien supervisó los eventos. Y Dios está en control de las interacciones interpersonales y de los resultados individuales.

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Alistair Begg es el pastor principal de la Iglesia Parkside en Cleveland, Ohio y autor del libro Verdad para vivir, 365 devocionales diarios. Con más de 40 años en el ministerio pastoral, él y su esposa, Susan, tienen tres hijos. Su ministerio, Truth for Life trabaja con Poiema para publicar sus artículos y libros en español. Este artículo fue publicado originalmente en inglés aquí.

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