La importancia de compartir el evangelio
Hay una manera de pastorear que promueve el ministerio del evangelio de cada miembro, así como hay una manera de pastorear que lo mata. Hagan lo que hagan, los pastores y otros dirigentes de la iglesia deben darse cuenta de la importancia del ministerio laico y deben proponerse preparar a las personas para el mismo. Deben involucrarse personalmente en las vidas de los ministros laicos. Las razones por las que tantos cristianos carecen de integridad relacional —falta de motivación, falta de compasión y falta de capacidad y conocimiento— se superan a menudo mediante una fuerte conexión pastoral con los ministros laicos.
Esta conexión no se produce primordialmente mediante sesiones de capacitación formales, pesadas en contenido, sobre “cómo proclamar su fe” (aunque esto es vital y puede ser útil; en Redeemer estamos produciendo tales materiales para que se ajusten a un medio ambiente urbano). Más bien, se forma mediante la enseñanza y el respaldo informales y el continuo consejo de pastores y dirigentes del ministerio. Los pastores deben constantemente acordarse de animar e impulsar a los laicos a usar sus relaciones personales para el ministerio de la Palabra.
Es importante que el pastor enseñe cómo hablarles a las personas en cuanto a asuntos de fe y cómo orar por ellas. En mis primeros años en Redeemer yo lo hacía de dos maneras: por los sermones que predicaba y por sesiones de preguntas y respuestas que tenía después de cada culto de la mañana. Les mostraba cómo orar por las personas mediante las reuniones regulares de oración con los líderes, en las cuales orábamos por otros amigos no creyentes.
Un pastor y su equipo deben ser modelos de integridad relacional cristiana para el resto de la congregación. David Stroud, plantador de iglesias en Londres, habla de cómo su esposa, Philippa, participó ampliamente en la escuela pública local mientras empezaba un programa de vigilancia del barrio en su calle. Estos esfuerzos los integraron a la vida de la ciudad y les llevaron a muchas relaciones personales con sus vecinos.
Además de enseñar de una manera práctica, también es importante que los pastores mantengan una visión práctica y sencilla para un ministerio relacional del evangelio. Debe estar claro que alcanzar amigos y colegas no incluye necesariamente darles una presentación completa del evangelio en un solo encuentro. A pesar del hecho de que esta era la meta fijada en varios programas de capacitación en la evangelización una generación atrás, solo un pequeño número de laicos (¡o aun de clérigos!) puede hacerlo bien. Alcanzar a un amigo es mucho más natural. Estas maneras orgánicas de alcanzar deben ser promovidas constantemente ante las personas.
4 formas de evangelizar
A continuación resumo algunas formas de hacer esto, poniéndolas en orden de intensidad. Los pastores deberían equipar a las personas de su iglesia para hacer todas estas cosas, señalando que la mayoría de estos comportamientos solo requieren algo de honradez y valentía.
- Uno a uno; informal
- Deja que otros sepan de tu fe cristiana simplemente mencionando de forma casual en la conversación que asistes a la iglesia o mencionando tus creencias cristianas.
- Haz preguntas en cuanto a las creencias y experiencias de otras personas en relación con la fe y la iglesia, y simplemente escucha con aprecio y simpatía.
- Escucha con simpatía los retos que enfrenta otra persona, y dile que orarás regularmente por ella.
- Comparte un tema personal difícil que tengas y asegúrate de mencionar que tu fe te ayuda, dándote fuerza y concediéndote perdón, etc.
- Comparte tu historia espiritual; un breve testimonio de tu experiencia cristiana.
- Uno a uno; planificado o intencional
- Ofrécele a alguien un libro o una grabación sobre temas cristianos e invítalo a hablar sobre su reacción.
- Inicia una conversación acerca de los problemas más grandes que tu amigo tenga con el cristianismo o de sus objeciones al mismo. Escucha con respeto y dale algunas cosas para leer y discutir.
- Lean juntos regularmente una parte de la Biblia —preferiblemente un Evangelio— para hablar sobre el carácter de Jesús.
- Provee una experiencia de comunidad cristiana
- Invita a tus amigos a eventos o actividades en donde conozcan a creyentes, pero donde no haya un evento ni una comunicación cristiana directa.
- Invita a tus amigos a actos donde escuchen el evangelio comunicado y explicado: un acontecimiento puntual, tal como un foro abierto, un grupo de compañerismo, un culto de adoración, una reunión para buscadores, tales como un club de libros, grupo de buscadores, etc.
- Habla de tu fe
- Háblale a tu amigo de los elementos básicos de la fe cristiana, exponiendo cómo llegar a ser cristiano e invitándolo a tomar una decisión.
Timothy Keller
En Servir a un movimiento, Keller analiza la naturaleza de la misión de la iglesia y su relación con el trabajo individual de cristianos en el mundo. Examina lo que significa ser una iglesia misional hoy y cómo las iglesias pueden equipar a la gente para vivir de forma misional.
Es importante que los pastores o ancianos estén disponibles y al alcance para atender las preguntas en cuanto a cuestiones que los miembros de la iglesia encuentren en las conversaciones con sus amigos. Cuando una persona no cristiana hace una pregunta como: “¿Por qué Dios permite todo este mal y sufrimiento?”, tu comunidad necesita encontrar ayuda rápida sobre cómo responder. Un pastor también puede proveer materiales gratuitos o de bajo costo que los cristianos pueden repartir a sus amigos. Por ejemplo, si un cristiano está hablando sobre cómo el cristianismo le ayudó a enfrentar un problema, puede darle a su amigo un libro o alguna selección de audio o de vídeo que presente la verdad que le resultó útil. Todo creyente debería tener acceso a una media docena de artículos de contenido convincente sobre diferentes temas que puedan darle a alguien después de hablar sobre algún asunto. Esto, por supuesto, incluye la oferta de leer y estudiar juntos la Biblia. De paso, el pastor debe tratar de reunirse regularmente con los ministros laicos para hablar sobre lo que está sucediendo en sus relaciones personales. Esto tiene dos propósitos. Por un lado, es un tiempo para celebrar y animarse unos a otros; y por otro lado, es tiempo para exigirse cuentas unos a otros y pensar en estas relaciones personales dentro de un marco mental del ministerio que se compromete a alcanzar y a abrirse a otras personas.
Tal vez lo más importante es que un pastor trabaje en una variedad de maneras de desplegar un fundamento teológico motivacional para el evangelismo laico usando el propio evangelio. Esto se debe hacer de toda clase de maneras: enseñanza, predicación y apoyo pastoral personal. ¿Qué aspecto tiene este trabajo previo del evangelio? Enseñar a las personas que el evangelio te da humildad. Conforme la gente llega a entender este análisis radical del evangelio —que las personas tanto “buenas” como “malas” están perdidas por igual y pueden ser salvadas solo por gracia— se hace imposible ser orgulloso y condescendiente hacia otros sin negar el mismo evangelio. Los cristianos moralistas hacen evangelismo con la actitud de: “Yo tengo la razón y ellos están equivocados; me encanta decirle esto a la gente”. Nada puede ser menos atractivo y más ajeno al espíritu del propio mensaje. El evangelio, en contraste, nos lleva a mirar a los no cristianos y saber que muy probablemente puedan ser mejores personas que nosotros. Puedo mirar a mi vecino hindú y darme cuenta de que a lo mejor es mucho mejor padre para sus hijos de lo que yo jamás he sido. El evangelio nos da la base para apreciar de forma humilde a los otros y para cultivar relaciones atrayentes.
Finalmente, debemos explicar cómo el evangelio nos da valentía para la evangelización. Una de las razones por las que nos cohibimos de hablar de Jesús y del evangelio es que tenemos miedo. Recibimos nuestro sentido de valía de lo que la gente piensa de nosotros. Queremos aparentar estar en la onda o ser sofisticados o progresistas, y queremos que se nos vea como respetables, así que tenemos cuidado de no meternos en terreno ajeno. Tristemente, cuando pensamos así, la forma en la que Dios nos considera no es lo suficientemente importante para nosotros. Pero el evangelio impide que sigamos atados a nuestra reputación. Cuando sabemos que la salvación es solo por gracia, sabemos que las personas vienen a la fe solo si Dios les abre el corazón. Por muy brillantes y abrumadoras que sean las razones, no servirán para llevar a alguien a la fe. Por consiguiente, no tenemos que preocuparnos por nuestra falta de conocimiento. Es la gracia de Dios la que abre los corazones, y no nuestra elocuencia.
Si sus ministros laicos son ineficientes para alcanzar a otros debido a que hay un cierto tipo de personas por las que sienten rechazo o porque les falta la esperanza o valentía para hablarles de Jesús a otros, tal vez no necesiten otro libro o curso sobre evangelización. Simplemente tal vez necesites traerlos de vuelta a los fundamentos —el evangelio— y permitir que el mensaje del amor inmerecido y misericordioso de la gracia de Dios por los pecadores se abra paso a sus corazones de nuevas maneras.
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Este artículo sobre evangelizar fue adaptado de una porción del libro Servir a un movimiento, publicado por Poiema Publicaciones. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace. Conoce todos los libros de Timothy Keller en español.
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Página 85-90