La paciencia de Dios y cómo debería ser la nuestra

¿Cómo debemos responder a la paciencia de Dios?

Cuando Dios le revela Su carácter a Moisés por primera vez, se describe a Sí mismo como lento para la ira (Éx 34:6), un rasgo que luego se exalta en ocho referencias más en el Antiguo Testamento. Dios es paciente con Sus hijos en cuanto a su pecado. Es paciente con nosotros mientras progresamos en el camino de la santificación, perdonando nuestros pecados una y otra vez. Es paciente para rescatarnos a Su tiempo. Es paciente para esperar una cosecha y paciente para recoger las gavillas cuando se ha cumplido el tiempo. Nuestro Dios “no tarda en cumplir Su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, Él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan” (2P 3:9).

La paciencia de Dios es una expresión de Su amor. Cuando exploramos el agape de Dios que vemos 1 Corintios 13. ¿Cuál es el primer adjetivo que se presenta allí para el amor divino? El amor es paciente. El amor no huye a la primera señal de que las cosas pueden tardar, ni se enoja cuando las cosas no salen a su manera. El amor de Dios es paciente, en las buenas y las malas. Todo lo soporta.

La belleza de la paciencia de Dios aumenta cuando la vemos a la luz de Su omnisciencia. La ira lenta de Dios es extremadamente milagrosa teniendo en cuenta que Él conoce todo lo que hay en nuestro interior. Permitimos que la molestia más insignificante ponga a prueba nuestra paciencia: la forma en la que alguien mastica, los platos sucios que se quedaron en la mesa, las direccionales que alguien olvidó encender. Nos airamos por estas pequeñas “ofensas”. Pero Dios, en contra de quien hemos cometido y seguimos cometiendo pecados tanto pequeños como grandes, nos trata con paciencia, a pesar de que conoce cada una de nuestras ofensas.

No pases por alto la esperanza que hay aquí: la paciencia de Dios conlleva expectación. Él está esperando una resolución. Los beneficiarios de Su paciencia no seguirán siendo una fuente de frustración para siempre. Pacientemente, Él está produciendo en nosotros tanto el querer como el hacer por Su buena voluntad.

Pacientemente, está haciendo que todas las cosas obren para nuestro bien y para Su gloria.

Lentos para la ira

Ya que Dios abunda en paciencia, nosotros también debemos luchar por ser pacientes. No debería sorprendernos que la Biblia enfatice continuamente que la paciencia es el camino a la sabiduría. La persona sabia se describe cuatro veces en Proverbios como lenta para la ira:

El que es paciente muestra gran discernimiento;
el que es agresivo muestra mucha insensatez (Pro 14:29).

El que es iracundo provoca contiendas;
el que es paciente las apacigua (Pro 15:18).

Más vale ser paciente que valiente;
más vale el dominio propio que conquistar ciudades (Pro 16:32).

El buen juicio hace al hombre paciente;
su gloria es pasar por alto la ofensa (Pro 19:11).

En el Nuevo Testamento, Santiago reitera brevemente la sabiduría del Antiguo Testamento:

Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse; pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere (Stg 1:19-20).

Banner de A Su imagen

Pacientes como Él es paciente

La voluntad de Dios para nuestra vida es que seamos pacientes, así como Él es paciente. Él desea que sigamos el ejemplo de la paciencia de Cristo y que esperemos pacientemente el regreso de Cristo.

Cuando nos exasperemos con un amigo o un familiar que persiste en su pecado, podemos recordar que Cristo nos trata con paciencia. Cuando comencemos a pensar que una circunstancia se está alargando más de lo que podremos soportar, podemos recordar la paciencia de Cristo al esperar el tiempo del Padre en todas las cosas. Cuando el sufrimiento nos agobie, podemos recordar que en Su momento de mayor sufrimiento, Cristo se mantuvo firme e incluso oró por el perdón de Sus enemigos. Y cuando nos sintamos desanimados con nosotros mismos por seguir cediendo ante el pecado, podemos recordarnos a nosotros mismos —y no puedo creer que esté diciendo esto— que debemos ser pacientes porque Dios aún no ha terminado con nosotros.

Y tampoco ha terminado con Su iglesia, Su novia, que espera Su regreso. La paciencia no es solo la capacidad de esperar, sino de perseverar. No es simplemente crujir los dientes y esperar que una circunstancia cambie o que una prueba se resuelva, marcando los días en el calendario. Es vivir conscientes cada día de que Dios sostiene todas las cosas y de que, a la luz de la eternidad, cualquier problema que enfrentemos en esta vida es ligero y momentáneo. El pecado y el sufrimiento tienen una fecha de expiración. No son eternos. Los que esperan pacientemente el regreso de Cristo lo hacen con la seguridad de que todas las cosas serán hechas nuevas y con la convicción de que todos los días hasta ese día cuentan para la eternidad.

La iglesia debe ser un baluarte de paciencia. Mientras el resto del mundo persigue la siguiente novedad cada ocho segundos o menos, nosotros debemos ser aquellos que fijan sus ojos en lo eterno. Debemos ser conocidos por nuestra capacidad de permanecer cuando amar a nuestro prójimo tarde más y sea más difícil de lo que esperábamos. Es necesario tener paciencia para correr con resistencia, pero esa es la carrera que el mundo necesita vernos correr. Eso puede ser lo que capture y mantenga su atención en un mundo de peces dorados. Hagamos que la paciencia sea un rasgo que se pueda encontrar entre el pueblo de Dios. Él aún no ha terminado con nosotros.

_________________________

Este artículo ¿Cómo debemos responder a la paciencia de Dios? fue adaptado de una porción del libro A Su imagen, publicado por Poiema Publicaciones. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace.

_________________________

Páginas 109 a la 117

19 likes
Prev post: La segunda venida de CristoNext post: Señales de que amas a tu iglesia