Cinco razones por las que sufrimos

¿Por qué creó Dios un mundo donde existe el sufrimiento?

No tienes que ser filósofo ni escéptico de la bondad de Dios para hacer esta pregunta. Mira a tu alrededor: todo el mundo sufre y todos intentan explicar por qué. Algunos dicen que el dolor es una ilusión. Otros rechazan a Dios y afirman que el sufrimiento prueba que Él no existe. Incluso otros intentan redefinir a Dios y dicen que el sufrimiento prueba Sus limitaciones. Sin embargo, cada una de estas explicaciones del sufrimiento es, a su manera, inadecuada.

Gracias a Dios, la Biblia no nos deja sin respuestas. Aquí están cinco explicaciones que la Biblia nos da de por qué sufrimos.

  1. El sufrimiento es parte del ser humano

Nuestro mundo es imperfecto. El impacto del pecado conduce inevitablemente al sufrimiento. Nos dolemos; nos enfermamos; morimos.

A la luz de esto, no es necesario tratar de identificar algún gran significado cósmico para cada uno de nuestros sufrimientos, y pensar: “Vaya, tengo un dolor de cabeza terrible. ¿Me pregunto qué tiene que ver esto con el plan eterno?”. El hecho, simplemente, es que vivimos en un mundo caído. Si pisamos un rastrillo y nos golpea en la cabeza, no necesitamos preguntarnos qué quiere enseñarnos Dios con esto. ¡Simplemente debemos prestar más atención por dónde caminamos la próxima vez!

Tanto el justo como el injusto miran el sol. Tanto el justo como el injusto sienten la lluvia. De la misma manera, tanto el justo como el injusto viven con sufrimiento como consecuencia de la caída.

  1. Dios utiliza el sufrimiento para corregirnos

En Salmos 119:67, el salmista escribe: “Antes que fuera afligido, yo me descarrié, pero ahora guardo Tu palabra”. Cuando todo parece ir bien, a menudo somos tentados a tomar nuestro propio camino. En estos momentos, muchas veces necesitamos que la aflicción de Dios nos devuelva a la obediencia.

Esta idea es repetida en el libro de Hebreos, que describe a Dios como un Padre misericordioso que disciplina a Sus hijos, que los corrige para devolverlos al camino justo de Su Palabra.[1] Cada uno de nosotros debe reconocer que alguna de sus experiencias de dolor y de sufrimiento han sido resultado del maravilloso y misericordioso plan correctivo de Dios.

El dolor, por más terrible que sea, y el vacío, por más real que pueda ser, se vuelven una bendición para nosotros cuando confiamos que Dios las utilice para corregir nuestros pensamientos, actitudes y acciones.

  1. Dios utiliza el sufrimiento de manera constructiva

En Romanos 5:3-4, Pablo escribe: “Nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza”.

¿Cómo podemos tener esperanza? ¿Cómo desarrollaron nuestras abuelas esos ojos tan maravillosamente tiernos? ¿Cómo aprenden los amigos a empatizar con el dolor, el quebranto y las desviaciones? ¿Cómo crece la gente en esto? Lo más probable es que Dios esté usando el sufrimiento para edificar el carácter.

La mayoría de las personas que más admiramos no serían así si Dios no hubiera elegido utilizar pruebas, no para castigarlos, ni siquiera para corregirlos, sino para edificarlos.

  1. Dios utiliza el sufrimiento para Su gloria

Quizás ninguna figura bíblica ejemplifica esta verdad con más claridad en su vida que José. Desde el momento que lo conocemos como un muchacho de diecisiete años hasta que asciende al poder en Egipto a los treinta, lo vemos soportar envidias, traición, esclavitud, acusaciones falsas y hasta prisiones… más sufrimiento de lo que la mayoría pasa en toda una vida. Sin embargo, al acercarse el final de sus días, declaró lo siguiente a esos mismos hermanos que lo habían traicionado alguna vez y vendido como esclavo: “Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo cambió en bien para que sucediera como vemos hoy, y se preservara la vida de mucha gente” (Gn 50:20).

José había aprendido a ver la providencia de Dios incluso a pesar de la malicia del hombre. A través de todas las injusticias y los años de prisión, él tuvo una aguda percepción de la teología que algún día sería expresada en las palabras del apóstol Pablo: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito” (Ro 8:28).

Cuando también nos enfrentamos con el sufrimiento, nada puede ayudarnos más que volver a descubrir la doctrina de la providencia y un entendimiento de que Dios ordena, controla y está presente en todas las cosas para nuestro bien y para Su gloria.

  1. El propósito del sufrimiento puede ser cósmico

La historia de Job es el ejemplo más profundo y detallado de este principio. El inmenso sufrimiento de Job tuvo el objetivo de demostrar a Satanás y a los ángeles que una persona puede amar a y confiar en Dios por quién es Él en Sí mismo, y no solamente por las buenas posesiones que obtiene de Él. Por lo tanto, tiene sentido que, a veces, Él permita que nuestra vida sea marcada por el sufrimiento para demostrar al mundo que Su gracia, misericordia y fortaleza son suficientes para que Su pueblo soporte el sufrimiento y, de hecho, crezca en su confianza en Dios.

En el siglo veintiuno, contamos con una teología muy pobre del sufrimiento. Los evangelistas y maestros “célebres” a menudo promueven la idea de que el cristianismo se trata de salud, riquezas y prosperidad. No obstante, la verdad es que, aunque podemos experimentar bendiciones a causa de nuestra obediencia, no podemos manipular a un Dios soberano. Ese mismo Dios que escoge bendecirnos con un hermoso atardecer un día, puede elegir bendecirnos con sufrimiento el siguiente.

La pregunta es: ¿estamos preparados para confiar en Él? ¿Creeremos en Él y lo glorificaremos? ¿Nos someteremos y llevaremos cautiva nuestra mente a Él porque sabemos que es nuestro Padre amoroso?

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Alistair Begg es el pastor principal de la Iglesia Parkside en Cleveland, Ohio. Lleva en el ministerio pastoral más de 40 años. Él y su esposa, Susan, tienen tres hijos. Su ministerio, Truth for Life trabaja con Poiema para publicar sus artículos y libros en español. Este artículo fue publicado originalmente en inglés aquí.

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